lunes, 1 de abril de 2024

DESDE EL VATICANO: Mensaje de Pascua y Bendición 2024 del Papa Francisco.

El Papa Francisco dirigió su mensaje pascual a los fieles de la ciudad de Roma y del mundo e impartió la Bendición Urbi et Orbi este Domingo de Resurrección, 31 de marzo, desde el balcón central de la fachada de la Basílica de San Pedro.

A continuación, el Mensaje Urbi et Orbi del Papa Francisco:

Queridos hermanos y hermanas: ¡Feliz Pascua! 



La Iglesia revive el asombro de las mujeres que fueron al sepulcro al amanecer del primer día  de la semana. La tumba de Jesús había sido cerrada con una gran piedra; y así también hoy hay rocas  pesadas, demasiado pesadas, que cierran las esperanzas de la humanidad: la roca de la guerra, la roca  de las crisis humanitarias, la roca de las violaciones de los derechos humanos, la roca del tráfico de  personas, y otras más. También nosotros, como las mujeres discípulas de Jesús, nos preguntamos unos  a otros: “¿Quién nos correrá estas piedras?” (cf. Mc 16,3). 

Y he aquí el gran descubrimiento de la mañana de Pascua: la piedra, aquella piedra tan grande,  ya había sido corrida. El asombro de las mujeres es nuestro asombro. La tumba de Jesús está abierta  y vacía. A partir de ahí comienza todo. A través de ese sepulcro vacío pasa el camino nuevo, aquel  que ninguno de nosotros sino sólo Dios pudo abrir: el camino de la vida en medio de la muerte, el  camino de la paz en medio de la guerra, el camino de la reconciliación en medio del odio, el camino  de la fraternidad en medio de la enemistad.  



Hermanos y hermanas, Jesucristo ha resucitado, y sólo Él es capaz de quitar las piedras que  cierran el camino hacia la vida. Más aún, Él mismo, el Viviente, es el Camino; el Camino de la vida,  de la paz, de la reconciliación, de la fraternidad. Él nos abre un pasaje que humanamente es imposible,  porque sólo Él quita el pecado del mundo y perdona nuestros pecados. Y sin el perdón de Dios esa  piedra no puede ser removida. Sin el perdón de los pecados no es posible salir de las cerrazones, de  los prejuicios, de las sospechas recíprocas o de las presunciones que siempre absuelven a uno mismo  y acusan a los demás. Sólo Cristo resucitado, dándonos el perdón de los pecados, nos abre el camino  a un mundo renovado.  

Sólo Él nos abre las puertas de la vida, esas puertas que cerramos continuamente con las  guerras que proliferan en el mundo. Hoy dirigimos nuestra mirada ante todo a la Ciudad Santa de  Jerusalén, testigo del misterio de la pasión, muerte y resurrección de Jesús, y a todas las comunidades  cristianas de Tierra Santa.  

En el día en que Cristo nos ha liberado de la esclavitud de la muerte, exhorto a cuantos tienen  responsabilidades políticas para que no escatimen esfuerzos en combatir el flagelo de la trata de seres  humanos, trabajando incansablemente para desmantelar sus redes de explotación y conducir a la  libertad a quienes son sus víctimas. Que el Señor consuele a sus familias, sobre todo a las que esperan  ansiosamente noticias de sus seres queridos, asegurándoles conforto y esperanza. 

Que la luz de la resurrección ilumine nuestras mentes y convierta nuestros corazones,  haciéndonos conscientes del valor de toda vida humana, que debe ser acogida, protegida y amada.  ¡Feliz Pascua a todos! 


  

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