viernes, 30 de septiembre de 2016

¡CLAMOR DESESPERADO del PUEBLO COLOMBIANO! CUANDO la PALABRA PAZ es el SÍMBOLO de la VIDA: “Quiero la paz para mis nietos, ya que nosotros no la conocimos”


Los colombianos saben de la guerra. Algunos la han vivido en carne propia. Madres con hijos soldados, muertos en combate; padres que vieron partir a sus hijas pequeñas hacia el monte y niños que crecieron con un hermano secuestrado. Y otros, a través de historias cercanas. Un vecino que nunca volvió o el amigo de un primo que decidió ser guerrillero.
Ambos mundos se han venido encontrando, de frente, desde que las conversaciones entre el gobierno colombiano y la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, Farc, empezaron a dar resultados palpables. Habían guardado la esperanza tras varios intentos, impulsados por anteriores gobernantes.

Pero el más significativo ocurrió en la firma del Acuerdo para la construcción de una paz estable y duradera entre el gobierno y las Farc y ante 15 jefes de Estado, garantes del proceso de Noruega, Venezuela y Chile, el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon y el jefe de la diplomacia estadounidense, John Kerry, entre otros invitados.
En diferentes puntos representativos del país se dieron cita miles de colombianos para ver por pantallas de televisión el momento en que el presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, y el líder de las Farc, Rodrigo Londoño, alias Timochenko, suscribían el proceso de paz, en la ciudad de Cartagena.

“Quiero la paz para mis nietos, ya que nosotros no la conocimos. Fui desterrado de Cunday, (un municipio del departamento del Tolima), por un grupo criminal. Queda uno con un sinsabor. Y no queremos eso para las nuevas generaciones”, dijo Jorge, un hombre de la tercera edad, que asistió a la Plaza de Bolívar, en la capital colombiana.
Conciertos musicales, presentación de muestras folclóricas y otras expresiones culturales acompañaron desde el mediodía empezó la concentración. A pesar de ser un día laboral, muchos pidieron permiso en sus trabajos, que fueron dados ya que la ocasión lo ameritaba.
A otro costado de la céntrica plaza bogotana, estaba Blanca Naranjo, una mujer adulta que se acercó vestida con una camisa blanca con un dibujo de una paloma del mismo color y la palabra Sí. Las consecuencias de la guerra no las ha recibido directamente pero dice que sufre cada vez que ve a otros compatriotas padecer. “Estamos cansados de tanta violencia. Y creo que este es el comienzo para una nueva Colombia”.


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