Los
colombianos saben de la guerra. Algunos la han vivido en carne propia. Madres
con hijos soldados, muertos en combate; padres que vieron partir a sus hijas
pequeñas hacia el monte y niños que crecieron con un hermano secuestrado. Y
otros, a través de historias cercanas. Un vecino que nunca volvió o el amigo de
un primo que decidió ser guerrillero.
Ambos mundos se han venido encontrando, de frente,
desde que las conversaciones entre el gobierno colombiano y la guerrilla de las
Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, Farc, empezaron a dar resultados
palpables. Habían guardado la esperanza tras varios intentos, impulsados por
anteriores gobernantes.
Pero el más significativo ocurrió en la firma del
Acuerdo para la construcción de una paz estable y duradera entre el gobierno y
las Farc y ante 15 jefes de Estado, garantes del proceso de Noruega, Venezuela
y Chile, el secretario general de la
ONU , Ban Ki-moon y el jefe de la diplomacia estadounidense,
John Kerry, entre otros invitados.
En diferentes puntos representativos del país se
dieron cita miles de colombianos para ver por pantallas de televisión el
momento en que el presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, y el líder de las
Farc, Rodrigo Londoño, alias Timochenko, suscribían el proceso de paz, en la
ciudad de Cartagena.
“Quiero la paz para mis nietos, ya que nosotros no
la conocimos. Fui desterrado de Cunday, (un municipio del departamento del
Tolima), por un grupo criminal. Queda uno con un sinsabor. Y no queremos eso
para las nuevas generaciones”, dijo Jorge, un hombre de la tercera edad, que
asistió a la Plaza
de Bolívar, en la capital colombiana.
Conciertos musicales, presentación de muestras
folclóricas y otras expresiones culturales acompañaron desde el mediodía empezó
la concentración. A pesar de ser un día laboral, muchos pidieron permiso en sus
trabajos, que fueron dados ya que la ocasión lo ameritaba.
A otro costado de la céntrica plaza bogotana,
estaba Blanca Naranjo, una mujer adulta que se acercó vestida con una camisa
blanca con un dibujo de una paloma del mismo color y la palabra Sí. Las
consecuencias de la guerra no las ha recibido directamente pero dice que sufre
cada vez que ve a otros compatriotas padecer. “Estamos cansados de tanta
violencia. Y creo que este es el comienzo para una nueva Colombia”.
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