Pues así es el frutipán (Artocarpus
altilis), el fruto del árbol del pan, originario de Oceanía y actualmente cultivado
especialmente en las islas del Caribe, aunque también en la Polinesia,
Melanesia y Micronesia, en América Central, por todo el Pacífico y en el
sureste asiático.
Emparentado
con el durián y la yaca y con un tamaño de entre 9 a 45 cm
de largo y un peso de entre 250 g y 6 kg, al frutipán se le conoce
con distintos nombres, como por ejemplo, frutapán en el Caribe, árbol
del mazapán en Centroamérica, pan de dios en el norte de
Colombia, pan de pobre en Venezuela, buenpán en República
Dominicana, kuru en maorí, ‘ulu en Samoa, ‘uru en
Tahití o rimas en Filipinas.
Sí:
sabe a pan: El frutipán puede
comerse maduro o verde, crudo o cocinado. Crudo y maduro, el frutipán
se parece a la chirimoya en textura, aunque más cremoso, pero también posee un
sabor extremadamente dulce.
Y cuando se
cocina el fruto verde, su sabor y su textura se describe como pan recién horneado, aunque para otras personas también sabe un poco
a patata. No es de extrañar que por su gran cantidad de almidón haya sido un
alimento básico, como puede ser para nosotros el trigo, en distintas culturas. Allí, se hierve, hornea, brasea, fríe o fermenta para dar lugar a una pasta pegajosa y algo ácida.
A
parte de ser un alimento muy valorado por su aporte nutricional, el frutipan ha
tenido un lugar de especial importancia para la cultura de las distintas islas
de Oceanía. Todas las partes del árbol y del fruto se aprovechan, desde
el látex hasta las raíces, para tratar distintas dolencias como el asma, la
presión sanguínea elevada o la ciática, entre otros.
Además,
se dice que quemar las flores del árbol del frutipán ahuyenta a los
peligrosos mosquitos de la zona.
Una
historia un poco oscura
¿Cómo
viajó este fruto nativo de Oceanía hasta el Caribe? Para explicarlo, debemos
remontarnos al siglo XVIII. Los colonos británicos de las islas oceánicas
comprendieron rápidamente el alto valor nutritivo del frutipán y
decidieron que debían empezar su cultivo en la otra punta del mundo: en el
Caribe. ¿Por qué? Pensaron que su alto aporte en proteínas e hidratos de
carbono sería un alimento ideal para los esclavos que trabajaban en
las plantaciones de las Antillas.
Precisamente, en aquella época, el frutipán protagonizó un motín. En 1787 la Marina Real
Británica ordenó que el navío HMAV Bounty recogiera el frutipan en Tahití y lo
transportara hasta el Caribe. Aquella empresa fue comandada por William Bligh,
que no cayó en gracia entre la tripulación por su funesto lideraje. Tanto fue
así que a la vuelta, la tripulación de amotinó y tiró por la borda los 1.015
frutipanes para mostrar su rebelión contra Bligh, que
había tenido más cuidado de las plantas y sus frutos que no de las vidas de los
hombres que estaban haciendo posible aquel viaje.
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