Los caballos, al igual
que todos los animales y sobre todo los mamíferos, necesitan descansar y muchos lo hacen de pie. Esto se debe a un reflejo de supervivencia ya que suelen ser animales
que tradicionalmente fueron presa fácil para otros depredadores.
Dormir de pie resulta especialmente útil para los caballos salvajes que
viven en territorios desprotegidos y para los no estabulados. Basta con ver
cualquier reportaje o documental de naturaleza para darse cuenta de que el animal que suele ser presa fácil es aquél que no presta atención a su
entorno o aparece claramente “despistado“.
Así, al dormir de pie mantienen activado un ancestral mecanismo de defensa ante
un eventual ataque, ya que en realidad, en esa postura, el sueño es ligero, nada profundo. Además, estando
de pie tienen la ventaja de que, en caso de acecho, estarían ya preparados para
emprender la huida.
¿CÓMO MANTIENEN EL EQUILIBRIO?
Al dormir de
pie, liberan el peso de una de las patas traseras al apoyar tan sólo la parte
delantera del casco. Dejan así los tendones y los músculos en estado de
relajación.
Esta postura
tan sólo les permite dormir alrededor de unas cuatro o
cinco horas al día con este sueño ligero. Y esas horas no
son continuadas sino repartidas en varios ratos.
Para conseguir un sueño
profundo necesitan tumbarse. Y los caballos solo alcanzan el sueño profundo o bien sobre sus
cuatro patas recogidas o bien de costado echados en el suelo. Eso sí, es raro,
pero si se sienten muy cómodos y relajados se tirarán en el suelo para
descansar.
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