Tener experiencias que van más allá de la realidad es un trastorno más común de lo que imaginas. Según un estudio realizado en 18 países, una de cada 20 personas de la población general sufre alguna alucinación a lo largo de su vida, sin tener ninguna relación con el consumo de drogas, alcohol o medicamentos.
La America Pychological Association define
este fenómeno como una percepción sensorial que tiene el convincente
sentido de la realidad de una percepción real, pero que ocurre
sin estimulación externa del órgano sensorial implicado.
“Son una distorsión, falsas
percepciones sensoriales sin objeto, que proceden de fuentes internas (de la mente).
Sin embargo, son verdaderas para la persona, que no puede ejercer un control
voluntario de ellas”, aclara la Dra. Marta Campo Ruano, Jefa de Servicio de
Psicología del Hospital Sanitas La Zarzuela.
Por qué se producen
Los detonantes para esta sensación subjetiva son
múltiples. “Puede tener un origen orgánico, como un tumor cerebral o demencia
del tipo del Alzheimer, o desencadenarse por ciertos trastornos mentales, como
la esquizofrenia, el estrés postraumático o la depresión psicótica”, detalla la
Dra. Ruano.
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Asimismo ciertos fármacos pueden desencadenarlas.
“Algunos pueden tener un efecto sobre el sistema nervioso central y provocar
alucinaciones en personas sensibles, aunque es muy poco habitual. Es el caso de
ciertos medicamentos utilizados para tratar enfermedades cardiovasculares,
algunos antiinflamtorios esteroideos, anticonvulsivos o antibacterianos “,
continúa
Y no solo existe un tipo de
alucinación. Aunque en la cultura popular suelen asociarse con el sistema auditivo o visual,
existen también olfativas, gustativas, hápticas (táctiles), somáticas
(propioceptivas), cinestésica (psicomotriz) o una combinación de ellas. “Aunque
las más frecuentes son las auditivas”, subraya.
Tener visiones
Ver algo que realmente no
está presente, es lo que ocurre cuando las alucinaciones son de tipo visual.
Según indica la Academia Americana de
Oftalmología suelen ser producto de ciertas medicaciones o de
su combinación. Pero también pueden deberse a la demencia, las migrañas o el alcoholismo.
Oír lo que no existe
¿Una explicación racional a ciertos fenómenos
del cine de terror? Las alucinaciones auditivas. Se estima que entre un 5% y
un 28 % de la población general oye voces que otros no, según
revela un estudio desarrollado
por la Universidad de Wollongong en Australia.
Es el tipo más común en los pacientes que
padecen esquizofrenia, así como en trastornos bipolares y demencia.
En personas que han sufrido la pérdida de un ser querido también puede
manifestarse percibiendo su voz.
Engañar el tacto
Este caso induce sensaciones
en la piel o el cuerpo que realmente no se están llevando a cabo.
“Pueden producirse por lesiones en las vías sensitivas provocadas por el
alcoholismo crónico o las drogas psicoactivas”, indica la Dra. Campo. Uno de
los síntomas más comunes es experimentar la presencia de insectos sobre
la piel.
Olfato fantasma
Oler algo que no existe es la consecuencia de
este tipo de alucinación también denominada fantosmia.
Los olores varían según la
persona y pueden ser agradables o desagradables, indica el neurólogo Jerry
W. Swanson en el portal de la Clinica Mayo,
añadiendo que pueden parecer estas siempre presente o ser intermitentes.
Este fenómeno puede ocurrir
tras una lesión en la cabeza o una infección respiratoria superior. Las
convulsiones del lóbulo temporal, senos inflamados, tumores cerebrales y la
enfermedad de Parkinson son otras de sus justificaciones según indica Swanson.
Reconocer lo irreal
Pese a lo desconcertante que se presentan las
alucinaciones, se puede lidiar con ellas. “Para tratarlas, en primer lugar es
conveniente identificar las causas, y para ello hay que hacer una completa
evaluación de la persona que las sufre. Si aparecen como consecuencia de una
trastorno mental, deben utilizarse psicofármacos (antipsicóticos) para
tratarlas, o un tratamiento de desintoxicación, si son fruto del consumo de
sustancias”, recomienda Marta.
Pero en la mayoría de los casos la terapia no
está enfocada a terminar con ellas. “El objetivo de la intervención no es eliminar las
alucinaciones, sino cambiar el significado que tienen para
la persona y disminuir así su malestar emocional.
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