Acto central por el 257°
Aniversario del
pueblo de Merlo:
La gran familia merlense se dio cita en la CASA de la CULTURA , donde todos los
años se realiza el ritual de reconocer al los vecinos
destacados del Distrito.
El Magazín
de Merlo: Encabezados por el Intendente
Dr. Raúl Othacehé asistieron
todos las autoridades municipales para homenajear a artistas, doctores,
fabricantes, empresarios, políticos, escribanos, trabajadores, etc. y a todas
aquellas personas que al pasar por el distrito dejaron su marca.
Recordando los comienzos fundacionales de Merlo: El actual Partido de Merlo se encuentra
en lo que se conocía como el Pago de Las Conchas, un territorio cuyas tierras
eran bañadas por el Río de Las Conchas, actual Río Reconquista. Las tierras eran habitadas
por los het o querandíes y por los
caníbales chandules, quienes ya habían exterminado a
la expedición de Juan Díaz de Solís
y enfrentado a los españoles nuevamente en batalla de La Matanza.
En el año 1636 el Gobernador del Río de la Plata Pedro Esteban Dávila divide las tierras
localizadas en el Pago de las Conchas entre un puñado de vecinos influyentes
de Buenos Aires. Más de la mitad del
territorio del actual partido de Merlo le fue concedido a la Compañía de Jesús, dueña de una inmensa estancia que se extendía desde la
naciente del Río de las Conchas y que culminaba bien entrado el territorio
indígena en el Río Salado.
Lo obtenido de la explotación de las tierras permitía a los jesuitas mantener
a las numerosas escuelas que administraban desde 1654, cuando el Cabildo de
Buenos Aires les encomendó atender la educación juvenil en la ciudad.
Sobre las tierras regadas por el Río de las
Conchas los nuevos propietarios se dedicaron a cultivar trigo, huertos de
frutales y a la cría de ganado vacuno y ganado menor. En las márgenes del río
también se levantaron una serie de molinos harineros. Los sacerdotes jesuitas Thomas Falkner y Florián Paucke visitaron la región a
mediados del siglo XVIII y la describieron como repleta de ganado vacuno
cimarrón y tropillas de caballos que deambulaban sueltos a la merced de jaurías
de perros que se alimentaban de ellos y que también solían atacar a los
viajeros que se atrevían a internarse en esa región:
...andan de un lugar a otro contra el viento (los caballos cimarrones),
y en un viaje que hice al interior el año 1744, hallándome en estas llanuras
durante tres semanas, era su número tan excesivo que durante quince días me
rodearon por completo. Algunas veces pasaron por donde yo estaba en grandes
tropillas a todo escape, durante dos o tres horas sin cortarse; y durante todo
este tiempo, a duras penas pudimos yo y los cuatro indios que entonces me
acompañaban librarnos de que nos atropellasen e hiciesen mil pedazos...
Cruzamos el río De Las Conchas en cuya región vimos manadas de perros
cimarrones que suelen alimentarse de terneros y potrillos en el campo; ellos
viven en pleno campo, en cuevas debajo de la tierra; según los agujeros por los
cuales un campo muy ancho está minado, se puede deducir cuantos miles de perros
viven. No les falta alimento alguno, porque sobre este campo pacen tantos miles
de ganado astudo y caballos, en parte manso, en parte arisco; si no fuere esto,
ningún ser humano podría viajar por este camino sin peligro de ser desgarrado
por los perros. Pero, como son perseguidos, se asustan y tienen miedo; en
cuanto ven a alguien a caballo, emprenden pronto la huida y buscan sus agujeros
Los viajeros que querían dirigirse desde la ciudad de Buenos Aires a la ciudad
virreinal de Lima debían cruzar el
territorio utilizando el camino conocido como Camino Real o Camino de los
Correos. (Florián
Paucke)
A la vera del Camino Real se encontraba una
ermita en donde se hallaba una imagen de la Inmaculada
Concepción ante la cual los viajeros se prosternaban antes de
continuar el viaje tierra adentro. Los locales comenzaron a llamar a ésta
imagen Nuestra Señora de la
Concepción del Camino o simplemente Nuestra Señora del
Camino.
A principios del siglo XVIII el comerciante y
escribano del Cabildo de Buenos Aires, Francisco de Merlo
comienza a adquirir tierras en la región. Francisco de Merlo decide construir
el casco de estancia en una loma a la vera del Camino Real y en 1727 Merlo
decide construir en el casco de estancia un oratorio para uso suyo y de su
familia que lo coloca bajo la advocación de San Antonio de
Padua y la
Nuestra Señora de la Concepción del Camino.
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