Luego de
siete años de intenso trabajo, la comunidad laosiana de Misiones inaugurará la
imagen del Buda más grande del país con una fiesta comunitaria y religiosa el
20 de febrero desde el mediodía.
La obra se emplaza a la entrada de la colonia ubicada en ruta
12 frente al barrio Itaembé Guazú y se integra al templo Rattanarangsyaram como
un centro espiritual que convoca a quienes profesan el budismo en la región y
en el mundo.
La escultura de 14 metros de alto por 9 de base muestra a un
Buda protector totalmente pintado de dorado. Dos nagas lo secundan como símbolo
de sabiduría y lealtad. Son seres mitológicos con forma de serpiente y dragón
que habitan las aguas profundas y ayudan a los humanos. Además, tiene otras
imágenes más pequeñas como un Buda con las manos abiertas en señal de bendición.
Al frente del
trabajo están el ingeniero Won Synalay y los monjes Somsak Inthavilai y Sivone
Khankham colaboran voluntariamente los vecinos con mano de obra, recursos
económicos y ventas de platos para recaudar fondos.
El monje Somsak explicó a El Territorio que la bendición del
conjunto escultórico tendrá lugar el 20 de febrero en la celebración anual del
templo, que es una de las festividades más importantes de la comunidad laosiana
en la provincia.
Para la ceremonia ya han llegado dos monjes budistas
provenientes de Estados Unidos y se espera el arribo de otros religiosos.
Acerca del simbolismo de la imagen, reseñó: “El Buda
representa la protección y la iluminación, los nagas encaminan al éxito, a la
concreción de lo que uno se propone. Acá en esta tierra el naga se convirtió en
un ser protector de los inmigrantes que llegaron a la provincia y que se
asentaron primero en la costa del río. El naga vive en el agua y trae suerte y
prosperidad. Entonces el naga también recuerda la condición de los refugiados”.
En adelante, la idea es levantar frente a la escultura un
espacio techado con sillas donde sentarse a orar y meditar.
Somsak como Sivone vinieron desde Laos a la tierra colorada
con la misión de fortalecer la religiosidad y la cultura de los inmigrantes y
sus hijos para que la identidad no se pierda.
Hace dos años que están instalados en Posadas y emprendieron
el aprendizaje del español para llegar a la tercera y cuarta generación de
laosianos argentinos, muchos de ellos ya no hablan la lengua de sus padres.
Gigante de hormigón
Chamnong
Sengmany (68) es uno de los colaboradores de la primera hora en el proyecto de
la escultura del Buda y relató la ardua tarea que requirió dar forma a la inmensa
estructura de hormigón. “Fue un trabajo duro, de poco a poco. Cada fin de
semana trabajamos, porque entre semana la gente tiene sus ocupaciones. En la
construcción estuvimos unas siete personas y toda la comunidad ayudó
económicamente, también como acá estamos pasando una situación bastante difícil
en lo económico, recibimos ayuda de afuera, de monjes de otros países y de
compatriotas”.
Según precisó, sólo en 2012, año de inicio de la obra, las
labores de la primera etapa llevaron más de 70.000 pesos.
“Ahora ya está casi listo, sólo falta colocar la escultura
del Buda más pequeño y unos retoques de pintura y completamos. Todos los que
trabajamos lo hicimos de corazón, para tener un centro de fe y estamos
orgullosos”.
La fiesta
El día 19 se dedicará principalmente a los preparativos y
habrá una mesa comunitaria, mientras que el 20 será la ceremonia religiosa,
luego se compartirá la comida y habrá música y baile.
Los monjes resaltaron la importancia de las fiestas para
mantener unida a la comunidad.
“Somos un pueblo muy festivo y con mucha fe, un pueblo
simple, y queremos rescatar esos valores y también compartirlos con toda la
gente, el barrio siempre está abierto para recibir al que quiera visitarnos y
saber de nuestra cultura y nuestra historia”, dijeron.
Refugiados
En Misiones residen actualmente unas 60 familias de laosianos
y descendientes, según cifras de la asociación de laosianos.
El primer contingente de familias de refugiados del Sudeste
Asiático llegó a Posadas el 19 de febrero de 1980 en el marco del Programa de
Refugio promovido por Naciones Unidas e implementado por la dictadura militar
hacia fines de los años ‘70.
Eran 16 familias, que en total sumaban 70
personas, y la mitad eran niños. Llegaron escapando de la violencia, la pobreza
y la muerte que asolaba la región de Indochina cruzada por conflictos bélicos.
La gran mayoría provenía de Laos, aunque también había refugiados de Camboya,
Tailandia y Vietnam.
Un estudio publicado por el Registro Nacional de las Personas
en 2012 señala que luego llegaron más familias, y así Posadas se constituyó en
uno de los principales polos receptores del país. El clima cálido y el río que
daba posibilidad de pesca eran principales motivo para asentarse.
Los recién llegados fueron alojados en el centro de recepción
ubicado en el predio de la Expoferia junto al balneario municipal El Brete. Y
según preveía el programa, una vez que aprendieran el idioma y accedieran a un
empleo se les otorgaría una vivienda. Sin embargo, el plan no se cumplió en su
totalidad y muchas familias debieron salir adelante solas. Con el tiempo
algunas fueron reubicadas en Yohazá y Yacyretá y otras, se asentaron en
cercanías del parque de la ciudad donde hoy se levanta la colonia con el
templo, las casas y tierras dedicadas al cultivo.
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