SOCIEDAD Y CULTURA

Revista El Magazín de Merlo, Buenos Aires, Argentina.



miércoles, 14 de octubre de 2020

COMPOSICIÓN ÉTNICA DE ARGENTINA: Somos un 65% Europeos, un 30% amerindio y un 5% africano.

 

La investigación de un equipo compuesto por antropólogos, biólogos, bioquímicos y arqueólogos, prueba que el aporte autóctono en la población de Argentina sería de un 30%. Los resultados del trabajo, surgido de un análisis de donantes de sangre en diversas regiones de nuestro país, indican que hay un 65% de componente europeo, un 30% amerindio y un 5% es africano. El linaje amerindio se da mayormente por vía materna, disminuye a medida que se acerca a la ciudad de Buenos Aires y aumenta hacia el norte y hacia el sur.



Cuántas veces hemos escuchado que en la Argentina “venimos de los barcos…” y que somos “un crisol de razas”. Así lo creen muchos y ha sido escrito cantidad de veces y hasta legitimado como conocimiento válido. Pero ¿venimos realmente de los barcos y somos ese tan mentado crisol de razas?

“Lo que existe es la mitología de que somos blancos y europeos -indica a InfoUniversidades el doctor Francisco Raúl Carnese, quien está al frente del laboratorio de Antropología Biológica de la Universidad-. Sin embargo, nuestra población está bastante mestizada. La composición indígena es muy llamativa, en especial en la ancestría por vía materna, que aumenta hacia el norte y hacia el sur y también es muy importante en el área metropolitana de Buenos Aires, particularmente en el Conurbano. Tenemos la necesidad de “blanquear” poblaciones, pero el concepto de “crisol de razas” está cuestionado. La genética de poblaciones demostró que no existe discontinuidad entre las poblaciones humanas, que las variaciones biológicas son de naturaleza continua. Las razas no reflejan una realidad biológica, sino que más bien son construcciones sociales.

Hasta los años ‘30 o ‘40 parecía bastante cierto que la composición de la población de la ciudad de Buenos Aires tenía un marcado componente europeo. Y de esto dieron cuenta dos investigaciones realizadas en los hospitales Italiano y Rivadavia, donde se observó que las frecuencias génicas de los sistemas ABO y el Rh eran similares, en una muestra de más de 15 mil donantes de sangre porteños, a las de Italia y España. Medio siglo después, el doctor Sergio Avena, integrante del equipo de investigación, retomó la temática: volvió a analizar frecuencias génicas en dadores de sangre y se encontró con que aparecían marcadores grupales sanguíneos que denotaban otra composición en la población local.

La población nativa de América del Sur es casi en su totalidad del grupo 0, algo que entre europeos alcanza a alrededor del 60 por ciento -explica la bioquímica Cristina Dejean -. Lo que Avena comprobó es que la frecuencia del grupo sanguíneo 0 aumentaba en comparación con los datos de 50 años atrás. Este dato biológico, sumado al del origen de padres y abuelos, permitió concluir que la mayor proporción de donantes de sangre con elevada composición genética indígena tenían ancestros del norte argentino, en especial llegados con las migraciones internas producidas masivamente en las décadas del ‘40 y ‘50 y, a partir de los años ‘60, de otros países sudamericanos limítrofes, una tendencia que se acentúa en los ‘90.

Los investigadores explican que los sistemas sanguíneos más conocidos como el ABO y Rh son muy informativos para estudiar mezcla génica entre europeos y amerindios, pero también existen otros sistemas como el Duffy, que no se hace de rutina y que sirve para ver el aporte africano. Por ejemplo, el alelo Duffy null tiene un valor cercano al 100% en subsaharianos, prácticamente no está en europeos y amerindios, y en la muestra se obtuvo un 4%, un indicador claro de aporte africano. Las investigaciones del grupo han permitido sacar cuentas distintas de las de muchos manuales respecto de la composición de la población argentina: un 65% de europeos, un 30% de amerindios y la aparición de un elemento que en la mayoría de las descripciones aparece negado: un 5% de componente africano.

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