Los
investigadores han restaurado con éxito
Un esfuerzo de 20 años que “cambia el juego” sugiere que
incluso los ecosistemas marinos gravemente agotados pueden volver a la vida.
Cuando Karen McGlathery
solía nadar en las bahías costeras de la costa oriental de Virginia, el agua se
volvía rápidamente turbia y marrón mientras los sedimentos se arremolinaban a
su alrededor. Ahora, 25 años después, hasta donde ella puede nadar, el agua
permanece clara. El sedimento está anclado en su lugar por exuberantes praderas
de hierbas marinas verdes, repletas de peces, vieiras y crustáceos. “Es como una
hermosa pradera submarina“, dice McGlathery. “Es simplemente precioso“.
McGlathery, profesora de
ciencias ambientales de la Universidad de Virginia, forma parte de un equipo
que dirige el mayor proyecto de restauración de hierbas marinas del mundo en
estas bahías costeras, y uno de los más exitosos. El proyecto, que dura dos
décadas, es un “modelo para restaurar y mantener ecosistemas saludables“,
según un documento de investigación de 2020, y una prueba de que los hábitats
marinos pueden volver a la vida de forma autosostenible.
En la década de 1930, una
enfermedad degenerativa se extendió por la costa este de EE.UU. y acabó con
grandes extensiones de pastos marinos. Donde las bahías costeras de Virginia
solían estar alfombradas de esta especie de hierba marina, de repente quedaron
estériles.
Eso
cambió a finales de la década de 1990 con el descubrimiento de algunos pequeños
parches de pasto marino en la bahía, cuya existencia demostró que las
condiciones podían volver a sustentar las plantas.
Orth empezó con
experimentos a pequeña escala, desenterrando hierbas marinas adultas de otras
zonas y trasplantándolas a la bahía. La hierba marina sobrevivió, pero el
proceso no era escalable: restaurar miles de hectáreas mediante el trasplante
habría sido un enorme desafío logístico. Así que, dice Orth, “dijimos, bueno,
¿por qué no intentar lanzar un programa de restauración utilizando semillas?“.
En 2001, inició un esfuerzo
para reconstruir físicamente el ecosistema oceánico, semilla a semilla. Desde
un barco en marcha, él y su equipo esparcieron semillas por cuatro bahías:
South, Cobb, Spider Crab y Hog Island. Las semillas sobrevivieron y se
convirtieron en plantas que, a su vez, produjeron sus propias semillas.
En los últimos 20 años, con el apoyo de un ejército de
voluntarios, el equipo del proyecto ha sembrado casi 75 millones de semillas.
Unas
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