Después
de los hechos de Mayo de
1810, los territorios del ex Virreinato del Río de La Plata
emprendían una dura lucha por afianzar el rumbo político y económico. El
proceso iniciado en 1810 había permitido desplazar la casta burocrática
española del gobierno colonial, se trataba ahora de sostenerlo frente a la
amenaza española en ciernes. La derrota de Napoleón Bonaparte y el regreso en
1814 de Fernando VII al trono español, mostraban que a lo largo de toda Europa
avanzaba la restauración monárquica y con ella el fortalecimiento de los ejércitos
realistas que intentaban recuperar sus dominios coloniales.
En
América, esto se hizo inmediato a partir del avance contrarevolucionario de los
ejércitos realistas en el Alto Perú y de la derrota chilena en Rancagua en
1814, planteando de forma acuciante salir de la ambigüedad “jurídica” de su
vínculo con la metrópoli. El gobierno de Alvarez Thomas convoca a un nuevo
Congreso Constituyente que reunido en Tucumán el 9 de julio de 1816 declararía
la Independencia de las Provincias Unidas de Sudamérica.
¿Independencia de quién?
El 9 de julio es la fecha
fijada como el día en que se declaró la independencia de las Provincias Unidas
de Sudamérica, en esa sesión del Congreso de Tucumán el acta rezaba: “(…) declaramos solemnemente a la faz de la
tierra, que es voluntad unánime e indubitable de estas Provincias romper los
violentos vínculos que los ligaban a los reyes de España, recuperar los
derechos de que fueron despojados, e investirse del alto carácter de una nación
libre e independiente del rey Fernando séptimo, sus sucesores y metrópoli”.
Sin
embargo, mediante una sesión secreta unos días después, el 19 de Julio se
realizó una pequeña rectificación, pero no por eso menos importante, ya que
había quedado abierta la posibilidad de ser aprovechada por alguna otra
potencia distinta de España y era claro que existían grupos ávidos de ligarse a
otra potencia que les permitiera comerciar, es por esto que se modificó donde
el Acta reza “...nación libre e
independiente del rey Fernando séptimo, sus sucesores y metrópoli...” se
anexó “y toda otra dominación
extranjera”.
La amenaza realista aceleró los tiempos pero no evitó los
debates. Uno de los planteos por acelerar la declaración de independencia tuvo
como protagonista a San Martín, que se disponía avanzar en la lucha contra el
poder colonial tras la cordillera de Los Andes, hacia los pueblos del norte que
estaban en guerra con los realistas, pero para hacerlo era preciso que el
ejército sea de un territorio independiente y no declarado rebelde. En palabras
de San Martín: “Abril 12 de 1816, Mendoza ¡Hasta cuándo esperamos declarar
nuestra independencia! No le parece a V. una cosa bien ridícula acuñar moneda,
tener el pabellón y cucarda nacional y por último hacer la guerra al soberano
de quien en el día se cree dependemos, que nos falta más que decirlo por otra
parte.
¿Qué relación, podremos emprender cuando estamos a pupilo, y
los enemigos (con mucha razón) nos tratan, de insurgentes, pues nos declaramos
vasallos? Esté V. seguro que nadie nos auxiliará en tal situación y por otra
parte el sistema ganaría un cincuenta por ciento con tal paso. ¡Ánimo! ¡Para
los hombres de coraje se han hecho las empresas! Vamos”.
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