Un día como hoy se buscaba poner fin a la
agitación popular, pero la jornada se desarrollaría hacia el estallido final
del 25 de mayo.
El 24
de mayo es una fecha que no entra en ningún calendario patrio y, sin embargo,
allí se desarrolló la víspera de la Revolución del 25: un importante paso previo y
necesario dentro de esta semana de mayo, cuando finalmente se formó el primer gobierno
patrio y se desplazó al Virrey del poder.
Podría
haber sido el último día de la gesta independentista, si los ánimos hubieran
sido otros. Es que, el 24, los votos del Cabildo
Abierto, convocado dos días antes, dieron como resultado la formación de una
junta de gobierno, tal como pedían los manifestantes. Sin embargo, esta fue
presidida por el Virrey Cisneros, la máxima autoridad española, lo que despertó
fuertes protestas y motivó a la muchedumbre a congregarse fuera del Cabildo
para pedir el cambio de régimen.
Desde
el 18 de mayo, cuando se conoció la noticia de la caída de las
últimas autoridades españolas a manos de las tropas napoleónicas en Europa, los
ánimos en la metrópolis estaban caldeados. La opinión se dividía entre quienes
pugnaban por mantener el status quo y los que veían en esta acefalía una
oportunidad de pedir una asamblea -llamada Cabildo Abierto- y votar
para conformar un Gobierno presidido por criollos, es decir nacidos en el
Virreinato.
Cisneros
tuvo que ceder a los pedidos populares y convocó al Cabildo Abierto el 22 de
mayo de 1810. Aunque en un principio intentó que se invitara solo a los vecinos
con posiciones a su favor, por la presión de hombres como Manuel Belgrano se
repartieron 450 invitaciones que juntaron distintas opiniones. Ese día los
convocados se reunieron en el Cabildo y, tras largas exposiciones, votaron.
Claro que cada vecino expresaba su opinión personal en el sufragio, así que el
conteo demoró todo el día 23.
Entonces llegó un día como hoy,
cuando Cisneros buscó llegar a un punto favorable para él, basado en la
interpretación que junto a sus partidarios habían hecho del sufragio. Se
acordó la creación de una Junta de Gobierno mixta entre criollos y españoles,
que estuvo integrada por cinco vocales: el español José Santos Incháurregui
(representante del comercio) y los criollos Juan Nepomuceno Sola (de la
Iglesia), Castelli (de la Leyes) y Saavedra (poder militar). El
punto de discusión fue el quinto integrante, Cisneros, que asumió funciones de
vocal presidente.
Esta Junta
juró el mismo día, pero por la noche tanto Saavedra como Castelli,
que habían abogado por la formación de un gobierno exclusivamente criollo,
fueron reprendidos por los patriotas en la casa de Nicolás
Rodríguez Peña, uno de los más fervientes suscriptores a la independencia. Acto
seguido los vocales firmaron su renuncia de la Junta,
dejando abierta la puerta a los sucesos que ocurrirían al día siguiente.
Sin
embargo, antes de que terminara la noche de este día, un Manuel Belgrano harto
de las maniobras políticas de Cisneros hizo una promesa: “¡Juro a la Patria, y
a mis compañeros que si a las tres de la tarde del día inmediato el virrey no
hubiese sido derrocado, a fe de caballero, yo le derribaré con mis armas!”.
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