Este casi desconocido pintor millonario
a quien se le llama el "pintor del silencio" o el "pintor de las
perspectivas", nació el 19 de agosto de 1848 en París, Francia, y falleció
el 21 de febrero de 1894 en Gennevilliers, Francia.
Gustave Caillebotte es llamado
"el pintor del silencio" por su habilidad para capturar la soledad y
las distancias entre las personas en sus obras, especialmente en escenas
urbanas y de interiores burgueses. A diferencia de la efervescencia de
otros impresionistas, Caillebotte se enfocó en la quietud, las perspectivas
audaces, la melancolía y un orden arquitectónico que resaltaba la desconexión
humana.
Caillebotte no
fue solo pintor. También destacó como coleccionista, mecenas y comisario de
exposiciones. Heredero de una fortuna familiar, pudo dedicarse plenamente al
arte en todos estos ámbitos y ayudando a consagrarse a un movimiento que como
sabemos empezó siendo rechazado por el arte oficial y obligado a exponer en
salones independientes. Caillebotte financiaría
muchas de estas exposiciones, permitiendo al mundo conocer a «artistas
renegados» como Renoir o Monet.
Gustave Caillebotte empezó siendo realista, muy
ligado a la pintura de Courbet y Millet, hasta que conoció
a los impresionistas y
se enamoró de este nuevo lenguaje pictórico lleno de luz y color. Sin embargo
no renunció a plasmar la realidad tal cual la veía, entrando en contacto en
la fotografía, que
influenció claramente en su obra, como lo haría en la de su colega y amigo Degás.
Sus escenas
domésticas tanto en interiores como en exteriores
parecen instantáneas, y
muchas veces corta la
composición tal como lo haría una máquina fotográfica.
Retrató tanto a la alta burguesía en sus silenciosos momentos de ocio como a la
clase obrera en sus labores (conocidísmos sus «Cepilladores de parquet»), algo que
desataría numerosas críticas.
Serán sus instantáneas del París
urbano las que tendrían más éxito.
Esas exageradas y
profundas perspectivas, ese realismo contundente,
esas escenas de los parisinos captados en su vida diaria muestran
su exquisita técnica, que muchos criticaron por sacrificar la emoción a cambio
de naturalismo.
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