Los partidarios de un cambio
político en América Latina han echado las campanas al vuelo por el triunfo
opositor en las elecciones legislativas en Venezuela, que a su juicio confirma
que los gobiernos progresistas o populistas, según quien sea quien los
califique, están en declive.
Los electores venezolanos le dieron este domingo
una holgada mayoría parlamentaria, inédita desde 1999, a los partidos de la
alianza Mesa de la
Unidad Democrática (MUD) cuatro días antes de que el
conservador Mauricio Macri se convierta en el primer presidente argentino que
no es kirchnerista ni peronista desde 2003.
Los casos de Argentina y Venezuela son para
algunos analistas un ejemplo del hartazgo de los ciudadanos con el modelo
político que ha imperado en América Latina desde el cambio de milenio.
En el mismo saco meten los problemas de la
presidenta brasileña, Dilma Rousseff, quien se enfrenta a un posible juicio
político con fines de destitución, con su popularidad por los suelos a causa de
los escándalos de corrupción y en medio de una aguda crisis de la economía, que
este año se contraerá más de un 3 %.
El presidente venezolano, Nicolás Maduro, que al
aceptar la derrota oficialista despejó las inquietudes que había en torno a la
limpieza de los comicios de este domingo, ha culpado de la derrota a la
"guerra económica" que, según dice, han desatado contra su Gobierno
sus adversarios fuera y dentro de país y el empresariado.
Venezuela, como Brasil, padece una grave crisis
económica, en gran parte debida a la acusada caída de los precios del petróleo,
que se traduce en desabastecimiento, una abultada inflación y una devaluación
del bolívar, la divisa nacional.
Si Rousseff está tocada por el gigantesco escándalo
de corrupción en Petrobras, Maduro tiene a dos sobrinos de su esposa, uno de
ellos además ahijado suyo, en una cárcel de Nueva York a la espera de ser
juzgados por narcotráfico.
En Argentina, Cristina Fernández se va dejando
las finanzas públicas maltrechas y sin haber hecho el necesario ajuste, pues
2015 fue un año plagado de citas electorales y hacerlo hubiera sido perjudicial
para los candidatos oficialistas.
Macri heredará una pesada carga económica,
mientras Maduro deberá seguir lidiando con la crisis económica con la
dificultad añadida de que no contará a partir del 5 de enero con mayoría en el
Parlamento.
De ahí que el Gobierno de Estados Unidos y los de
otros países del continente hayan hecho hoy hincapié en la necesidad de un
diálogo entre el oficialismo y la oposición para encarar los desafíos
económicos y sociales de Venezuela.
"Estados Unidos está dispuesto a apoyar ese
diálogo junto con otros en la comunidad internacional", indicó el
secretario de Estado, John Kerry, después de haber remarcado que las urnas
expresaron este domingo "el abrumador deseo de cambio" de los
venezolanos.
El presidente de Bolivia, Evo Morales, que
mantiene su popularidad y no está acosado por grandes penurias económicas, ha
llamado a "reflexionar" sobre el resultado de las elecciones
legislativas en Venezuela.
Morales, aliado de Maduro y aspirante a una nueva
reelección si el pueblo de su país aprueba en un referéndum en 2016 la reforma
constitucional hecha con ese fin, subrayó que hay que estudiar cómo defender las
"revoluciones democráticas", porque el "imperio no duerme"
y desarrolla planes de conspiración y agresiones económicas contra los
gobiernos para buscar "el control geopolítico".
En Ecuador, un país con una economía dolarizada y
dependiente de las ventas de los recursos petroleros y por ello muy afectada
por la pérdida de competitividad que supone para los exportadores un dólar
fuerte, así como por la caída de los precios del crudo, el presidente Rafael
Correa enfrenta protestas de organizaciones indígenas, sindicatos y opositores
políticos.
El Congreso ecuatoriano, dominado por el
oficialismo, acaba de aprobar unas enmiendas constitucionales, que, entre otras
novedades, introduce la posibilidad de la reelección indefinida.
Correa viene avisando desde hace ya tiempo de lo
que él llama la "restauración conservadora", una "estrategia a
nivel regional" aplicada por grupos poderosos contra "el avance de
los gobiernos progresistas".
Al igual que hizo el presidente de Cuba, Raúl
Castro, el mandatario nicaragüense, Daniel Ortega, envió hoy un mensaje de
apoyo al Gobierno de Maduro en lugar de felicitar a los ganadores de las
elecciones en Venezuela.
Los opositores al Gobierno de Ortega, que se
manifiestan semanalmente para pedir "elecciones libres" en 2016,
mencionaron inmediatamente que lo ocurrido en Venezuela puede servir de lección
"a los demócratas de Nicaragua", a los que "persisten en el
error" de tratar de dividir al país con "políticas sectarias,
excluyentes e intolerantes".
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