Se palpa una desafección creciente. Además, afecta tanto a los partidos de derecha como de la izquierda. Ya no hay defensa cerrada sobre ninguna causa. Nadie se fía de nadie. Han convertido la política en una actividad bajo sospecha permanente. Luego nos rasgamos las vestiduras con declaraciones grandilocuentes contra la corrupción. Se ve mucha inquina y “maquiavelismo”. Es el viejo principio de acción reacción. Hay algo que me perjudica. Saco otra cosa a la palestra y la gente ya no me mira directamente.
Vivir sin principios tiene consecuencias. Ya podemos legislar, crear normas de transparencia, declaración de bienes, de actividades… Sin principios, no hay nada. Prescindir de un ideario político se trueca en mantener, por encima de todo, una posición política. El poder por el poder.
La deshonestidad, que
además de ser un fuerte antivalor es algo que cada día va influyendo más en la
mente de los políticos, que con el fin de llenar sus bolsillos, hacen cualquier
cosa por el país, despreocupándose de la vida de las personas que lo eligieron,
de las personas con las que pudieron llegar al sillón de Rivadavia.
Creo que deberían parar un
momento y reflexionar, infundir más los valores en la sociedad, porque ellos
son los ejemplos de la Nación y, si siguen dando ejemplos como éstos, estaremos
en un país basado en la mentira, la coima, y todo para conseguir el dinero
fácil. Al fin y al cabo, ¿de qué eso les sirve?
En su conciencia, cada uno
de los políticos sabrá qué robó y estoy seguro de que tal vez en apariencia no les importe,
tal vez no lo piensan pero el estigma de vivir de lo ajeno, de lo robado al
pueblo, se reflejara siempre en los rostros de sus hijos y familiares por
generaciones, la historia y los archivos no perdonan.
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