SOCIEDAD Y CULTURA

Revista El Magazín de Merlo, Buenos Aires, Argentina.



jueves, 5 de septiembre de 2019

¡¡NO A LA BASURA IMPORTADA!! Proveniente de Europa y otras regiones-NO SOMOS EL BASURAL DE NADIE-


La modificación de un viejo decreto deja al país al borde transformarse un basural de residuos peligrosos proveniente de otros países. A la par, recicladores se ven afectados por la caída del precio de elementos como el cartón y el plástico, ante la mayor demanda. El decreto original lo había firmado Menem en 1992 luego de un escándalo por la llegada de residuos nucleares al país.

Un polémico decreto firmado por el gobierno de Mauricio Macri pasó desapercibido la semana pasada: se trata una modificación de la vieja orden Nº 181/1992 que por entonces habilitaba a la importación de basura de otros países y que generó un escándalo por la aparición de residuos nucleares en el gobierno de Menem.
Ahora, las modificaciones pasaron tan solo por un solo artículo y según trabajadores de la Economía Popular y ambientalistas, el mismo “flexibiliza el debido control ecológico”, librando a la Argentina a transformarse en un país receptor de basura peligrosa como la nuclear, proveniente de Europa y otras regiones.

Esto, además de poner en peligro al medio ambiente, representa una dura contradicción en términos ecológicos: mientras el gobierno no destina los suficientes fondos para reciclar la basura que se genera en su propio país, se destinarán millones para pagar la basura que descartan otras naciones. Todo esto, mientras países como China y parte de la Unión Europea prohíben el ingreso de basura a sus países.
Los primeros en denunciar este nuevo decreto fueron los Cartoneros y Recicladores urbanos que a las claras, hoy se constituyen como de los principales recolectores de cartones, plásticos y otros elementos que terminan descartados de la basura, para ser reciclados.

Según la Federación Argentina de Cartoneros, Carreros y Recicladores (FACCyR), en nuestro país se generan 40.000 toneladas de basura por mes y el 40% podría ser reciclado. “De esta cantidad solo se recicla la mitad gracias al trabajo cotidiano de los cartoneros (150.000 en todo el país)”, explican.

“En lugar de potenciar la recolección y reciclado de los residuos que tiramos los argentinos, se facilita la importación de los residuos de los europeos. Esto perjudica a los cartoneros que trabajamos de esa recolección y de la venta de ese material. Y en el medio de una crisis social y económica, significa que nos llevan al hambre”, expresaron en un comunicado.

“Antes se tenía que demostrar que lo que llegaba eran residuos inocuos y se tramitaba en la Secretaría de Ambiente un permiso específico para cada importación. Ahora simplemente se puede importar sin esa necesidad. Esto es muy peligroso para los recicladores de la Argentina”, describió  Alejandro Valiente, miembro del equipo técnico de la FACCyR.
Para los cartoneros y recicladores esto es una mala noticia, porque ante más demanda de cartón en el país, menor será su valor y por lo tanto menor los ingresos de sus trabajadores. Que, valga la aclaración, integran un sector social más que vulnerable en la población.

Los especialistas explican que en los primeros meses del 2019 se importó más cartón para reciclar que todo en 2018 y este fenómeno se dio sin el aval del nuevo decreto. Por lo que la situación para el mercado del cartón y otros elementos reciclables podría complicarse aún más.  
“Todavía se puede recuperar y reciclar el doble de lo que hoy se recicla. En vez de reciclar los residuos que generamos en Argentina vamos a comprar a precio dólar lo que tiran otros. En lugar de estimular la importación de residuos, el gobierno debería potenciar el trabajo de los que ya reciclamos para que juntemos cada vez más residuos, podamos vivir en un ambiente sano, y avanzar hacia una economía sustentable con basura cero”, se quejaron desde el Movimiento de Trabajadores de la Economía Popular (MTE).
Con el nuevo decreto 591/2019 el país se vuelve un receptor de basura peligrosa y el Estado destinará fondos que podría utilizarlos para el reciclado de su propia basura. Algo que a las claras parece tratarse de un negocio que huele mal.


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