El
aislamiento social y los cambios de rutina generados por la emergencia por
coronavirus, han hecho que muchas personas comiencen a tener problemas para dormir. Sueños
interrumpidos o dificultad para conciliarlo son algunas de las formas en las
que se presenta este problema, que puede ser pasajero o convertirse en un
trastorno.
El insomnio es el problema más común en el confinamiento. Carlos Bodero, Jefe de Neurología del
Omnihospital, explica que este insomnio, que no existía antes y se da a raíz de
la pandemia, es psicofisiológico. Se da en la parte mental y hay una liberación
del sistema nervioso autónomo y la persona tiene presión alta, taquicardia o
siente ahogos.
En ocasiones, detalla Bodero, el
paciente no puede conciliar el sueño, pero luego duerme hasta el día siguiente;
en otras, en cambio, duerme, pero se levanta a las 02:00; y otros pacientes
duermen, pero no de forma constante. Hay muchas variantes de este síntoma,
comenta, pero si el problema no dura más de dos semanas, no hay que preocuparse.
¿Qué hacer para dormir mejor?
Macías explica que el ser humano es
energía, y debe conservarla para estar saludable. Que hay que intentar volver
al ciclo biológico normal, antes de optar por los somníferos, pues no son una
solución real.
Dormir
a oscuras
Una de las cosas que lo permiten, es
tratar de descansar sin que entre ningún haz de luz. En la oscuridad,
producimos melatonina, la hormona que regula el ciclo del sueño.
Dulcey añade que para la gente que tiene
problemas en conciliar el sueño es mejor tapar los ojos con antifaz oscuro.
Sin
gadgets
Como ya se explicó antes, hay que alejar
los aparatos electrónicos de nuestro dormitorio. “La cama es para dormir, no
para ver televisión”, recalca Bodero.
Establecer una rutina
Estructurar las actividades durante el
día. Un tercio debe ser dedicado a la actividad productiva, puede ser
teletrabajo o algo que nos obligue a estar activos. Según las recomendaciones
del IES, estos horarios deben ser lo más similares a los que teníamos antes del
confinamiento.
Hacer
actividad física
Durante unos 25 minutos diarios. Si el
objetivo es el sueño nocturno, hay que ejercitar el cuerpo de una forma
aeróbica para elevar la temperatura corporal y sudar. Esto posteriormente hará
que la temperatura baje y se mantenga de esa forma. Los ejercicios no deben
hacerse en la noche, sino mínimo cuatro horas antes de dormir.
Macías enfatiza en que no hay que
excedernos en la actividad física (dos horas o más) porque el metabolismo de la
glucosa se altera y produce sustancias que irritan los músculos y el sueño no
llegar porque el cuerpo está inflamado.
Rituales
previos al sueño
Según el IES, tener pasatiempos previos
a la conciliación del sueño, como leer el periódico o jugar algún juego de
mesa, ayudan a que durmamos más rápido, pues ayudan a desconectar de las ideas
del trabajo.
El sueño tiene que ser tratado religiosamente. Bodero indica que la gente se toma muy a la ligera su
descanso. Pero hay que ser muy estricto con los horarios “Somos animales de
costumbres (…) hay que educar el cerebro a dormirse a una hora y levantarse
también a una misma hora”. El horario perfecto para dormir, según el neurólogo,
son las 10 de la noche, pues allí comienza la liberación de melatonina, la
hormona producida por la glándula pineal que regula el ciclo sueño-vigilia.
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