La minería ilegal en Brasil ya está causando una deforestación catastrófica, además de contaminación y conflictos en tierras indígenas, pero un nuevo proyecto de ley podría empeorar la situación.
Desde el cielo, los
alrededores de Creporizão, una remota ciudad en el sur de la Amazonía
brasileña, parecen un vasto manto de selva tropical verde oscuro. Pero a lo
largo de los caminos de tierra y los ríos que los atraviesan como arterias, se
ven manchas marrones fangosas: minas de oro ilegales.
Los mineros ilegales vienen a la zona
buscando fortuna. Cada día, cientos de ellos se embarcan en largos viajes por
el río Crepori para llegar a las minas de oro, mientras que otros vuelan en
pequeños aviones que aterrizan en pistas improvisadas. Estas escenas se han
vuelto habituales en la mayor selva tropical del mundo y se consideran la causa
de una destrucción generalizada.
José María, que prefiere no dar su
nombre completo, es uno de los mineros del estado de Maranhão, a unos
Pero las minas en las que trabajan José
María y sus compañeros se encuentran en un territorio de más de dos millones de
hectáreas que pertenece a los mundurukús, una de las mayores tribus indígenas
del Amazonas, cuyas tierras ricas en minerales están protegidas por la
Constitución de Brasil de 1988.
Según una encuesta realizada en 2019 por
el instituto de investigación Datafolha, el 86 por ciento de los brasileños se
opone a la minería en tierras indígenas. Sin embargo, esta actividad ha sido
alentada por el controvertido proyecto de ley del presidente brasileño Jair
Bolsonaro, quien pide la legalización de la minería comercial en estas zonas.
Presentado al Congreso de
Brasil a principios de febrero, el proyecto de ley aún no ha sido sometido a
votación. Rodrigo Maia, presidente de la Cámara de Diputados de Brasil,
considera que el proyecto "no es inconstitucional”. Por el contrario, aplazó
su votación porque "no era el momento adecuado”.
El Ministerio de Minas y Energía de
Brasil dijo a DW que planea "regular las actividades mineras en tierras
indígenas”, y añadió que el proceso requeriría "una consulta con las
comunidades indígenas” que podrían participar en la actividad minera.
Mientras que algunos de los mundurukús
se han dejado seducir por el atractivo del dinero fácil que genera la
extracción de oro en sus tierras, la mayoría sigue oponiéndose a la minería
ilegal.
"La gran fiebre del oro”
Algo más de una décima parte del
territorio de Brasil está clasificado como tierra indígena, repartida en más de
400 reservas. Pero según la Red Amazónica de Información Socio Ambiental y
Georreferenciada (RAISG), hay más de 450 minas ilegales en la Amazonía
brasileña, donde se encuentran la mayoría de esas reservas. El proyecto de ley
probablemente provocaría un aumento drástico del nivel de la actividad minera.
"Una vez que se abra la puerta, se
convertirá en una avalancha”, lamenta Glenn Shepard, un antropólogo
estadounidense que trabaja con poblaciones indígenas afectadas por la minería
ilegal. "La ley creará un precedente que permitirá la entrada de más
mineros. Ya es una fiebre del oro a gran escala, y estos grupos indígenas están
perdiendo el control”, dice a DW.
Antes de la votación del proyecto de
ley, el Ministerio de Minas y Energía informó a DW que había recibido más de
4.000 solicitudes de actividades relacionadas con la minería en tierras
indígenas.
Las tensiones entre los mineros y las
comunidades locales son muy graves. En junio de 2019, la Fundación Nacional del
Indio (FUNAI) indicó que docenas de mineros vestidos con uniforme militar
invadieron la comunidad wayampi en la Amazonía brasileña, y apuñalaron y
mataron a uno de sus líderes.
Según una
investigación de la ONG internacional Global Witness, en 2018 fueron asesinados
20 defensores de la tierra y del medio ambiente en Brasil. A escala mundial, la
organización sin fines de lucro citó la minería como el sector más mortífero,
con 46 asesinatos cuantificados ese mismo año.
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