El país promete una “revolución verde” de
10 puntos para relanzar la economía británica.
En medio de
la incertidumbre económica que causa la pandemia del coronavirus, el gobierno
británico presentó un plan de 10 puntos verdes, donde se destaca el
adelantamiento a 2030 —cinco años antes del plazo previsto originalmente— la
prohibición de vender coches nuevos de gasolina y diésel. Los vehículos
híbridos podrán seguir adquiriéndose hasta 2035, bajo la condición de que estén
preparados para ofrecer una autonomía “relevante” con cero emisiones.
Con esta
propuesta, que todavía requiere mucha concreción, el Reino Unido se sitúa entre
los países más ambiciosos en el camino hacia la electrificación del transporte,
un sector clave en la lucha contra el cambio climático y contra los graves
problemas de contaminación urbana. Johnson ha tomado el testigo de su
predecesora, Theresa May, y mantiene el compromiso de llegar en 2050 al nivel
cero de emisiones de dióxido de carbono.
“Economía
verde y crecimiento pueden ir de la mano. Afrontemos la amenaza más seria
contra nuestro planeta con uno de los programas más innovadores y ambiciosos de
creación de empleo que se ha conocido”, ha escrito el primer ministro en una
tribuna publicada por Financial Times. Asegura el primer ministro Boris Johnson
que con la inversión prevista, más de 13.000 millones de euros, el Gobierno
británico será capaz de crear 250.000 nuevos empleos.
El Gobierno
británico anunció en febrero que en 2035 estaría prohibida la venta de los
coches nuevos de gasolina y diésel, lo que suponía un adelanto de cinco años
respecto al plan fijado por el Reino Unido en 2017. Ahora, solo nueve meses
después del último anuncio, Johnson da una vuelta más de tuerca y adelanta la
fecha otros cinco años.
“Es una señal
muy importante para la industria”, resalta Carlos Bravo, miembro de la
organización Transport & Environment, una federación especializada en
transporte sostenible de la que forman parte medio centenar de ONG europeas.
“La electromovilidad se está acelerando”, añade Bravo. También, las ventas. Los
analistas de JATO Dynamics resaltaban hace unas semanas que las matriculaciones
de coches híbridos en los 27 países de la UE habían superado por primera vez en
la historia a las de automóviles diésel en septiembre. Aunque es cierto que
este fenómeno se produce en un contexto de desplome de las ventas en general
—casi un 30% han caído en los nueve primeros meses del año—, los analistas
coinciden en el cambio de tendencia que ya se ha iniciado.
Paradójicamente,
ese cambio hacia una movilidad libre de emisiones puede verse incluso acelerado
por la crisis económica generada por la covid en muchos países, ya que sus
Gobiernos están anunciando planes de recuperación que incluyen, por ejemplo,
apoyos económicos para el impulso a los coches eléctricos. A ello se une la
competitividad cada vez mayor de este tipo de vehículos. “La industria está
claramente volcada en los modelos eléctricos. Se espera que la paridad de
precios con los coches de combustión se alcance en 2023 y
Aunque es de
los países que han planteado una meta más ambiciosa, el movimiento del Reino
Unido no es algo aislado en el mundo. Otros países han marcado ya en el
calendario vetos a los coches de combustión. Francia ha fijado como fecha para
el final de las matriculaciones de este tipo de vehículos el año 2040. El mismo
que se establece en la ley de cambio climático que se tramita ahora en el
Parlamento español, aunque el texto se refiera en este caso al veto a todos los
automóviles que no sean de emisiones cero.
Esta norma se
encuentra ahora en fase de enmiendas y varios grupos ecologistas, como la ONG a
la que pertenece Bravo, han planteado adelantar la prohibición a 2035. “Si la
vida media de un coche en España es de 15 años, debemos prohibir sus ventas en
2035 para que en 2050 ya no haya coches de combustión circulando”, dice Bravo.
España acaba de aprobar su estrategia a largo plazo de descarbonización que se
fija como objetivo para 2050 la neutralidad climática, es decir, que el país solo
podrá emitir la cantidad de gases de efecto invernadero que sus sumideros
(principalmente, los bosques) puedan absorber. Y eso requiere limpiar de
emisiones el sector del transporte.
El plan del
Gobierno británico también puede acelerar el proceso en España hacia la
movilidad eléctrica. “El Reino Unido importa el 11% de los coches que se
fabrican en España”, advierte Bravo. “Esto es una clara señal a la industria
española”. Cuando se presentaron los primeros texto de la ley de cambio
climático, hace dos años, la patronal de los fabricantes protestó contra el
veto de 2040; esta postura parece haber cambiado ya.
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