Una experta advierte sobre un inquietante fenómeno
mundial: la medicalización por diagnósticos anticipados (de TDAH, ansiedad,
autismo, etc.) en chicos en edad escolar. El estigma, el impacto en la
subjetividad infantil y el saber médico hegemónico.
EL DEBATE MUNDIAL ESTALLO tras la publicación del último DSM V (Manual
Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales), el año pasado. El DSM es
un manual elaborado en EE.UU. donde se tipifican y clasifican los trastornos y
afecciones mentales y psiquiátricos.
En esta última edición, se incluyó un
llamativo número de patologías mentales nuevas, muchas de las cuales son
“carentes de validez científica”, expresaron en un comunicado conjunto y
avalado a nivel nacional los Colegios de Psicólogos y Psicopedagogos de Santa
Fe, quienes hicieron público su repudio al último DSM.
Advertencia. Miguez asegura
que la medicalización en las nuevas generaciones originará cambios profundos en
la construcción de subjetividades. Foto: Guillermo Di Salvatore Una experta
advierte sobre un inquietante fenómeno mundial: la medicalización por diagnósticos
anticipados (de TDAH, ansiedad, autismo, etc.) en chicos en edad escolar. El
estigma, el impacto en la subjetividad infantil y el saber médico hegemónico.
“Los hijos de Rita Lina”, fue el título de
su cuanto menos provocadora primera investigación, en 2005. La autora: María
Noel Miguez Passada, doctora en Ciencias Sociales, montevideana y experta en
problemáticas infantiles. En el juego de palabras le pone nombre “maternal” a
la ritalina (o metilfenidato), el medicamento más usado en el mundo para tratar
trastornos de déficit de atención con hiperactividad (TDAH). Desde entonces y
en trabajos posteriores ha abordado un problema que atraviesa la infancia, la
familia, la escuela, el Estado, la medicina y hasta la industria farmacológica.
Las tendencias mundiales indican que cada
vez hay más chicos en edad escolar —de 4, 5, 6 años— que, por presentar algún
síntoma “sospechoso” de una eventual patología psicológica (como el TDAH, el
autismo, la ansiedad, dislexia, fobias, entre muchos otros) reciben un diagnóstico
precipitado y son derivados a un profesional, que les da una prescripción
farmacológica. Un tratamiento con psicofármacos o psicoestimulantes (tal el
caso de la ritalina) siempre tiene su contrapartida, su efecto secundario,
afirman los especialistas.
Así, con apenas uno o dos síntomas
manifiestos —como timidez, introspección, pocas competencias de socialización
en el aula, etc. — los chicos son diagnosticados bajo alguna patología
psicológica. Y, a la larga, son estigmatizados como niños con enfermedad
mental.
“Según cuantificaciones propias, en Uruguay
el 30 % de los chicos en edad escolar de entre 4 y 14 años está medicado”,
dispara Miguez en diálogo con El Litoral. La experta advierte sobre un cambio
en la construcción de la subjetividad infantil, cuyas consecuencias se
prolongarán en la etapa adolescente y la adultez. Sostiene que hay una
“presencia determinante del saber médico hegemónico” y una “naturalización
social” de la medicalización de la infancia.
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