Un acróstico es un tipo de poema o composición poética, escrito en verso o en prosa, cuyas letras iniciales, medias o finales de cada línea, al leerse de manera vertical, componen una palabra o expresión. Su nombre proviene del griego akros (“extremidad”) y stikhos (“verso”), o sea, que se trata de un verso hallado en la extremidad de los demás.
Los acrósticos son un tipo de poema pero también un pasatiempo o juego
de palabras, que ofrece al lector una pista en su título, para que
pueda recomponer la palabra “oculta” entre las líneas. A menudo pueden ser más
de una, y en ese sentido este género opera
como una forma de texto “en
clave”.
Uno de los acrósticos más célebres de la lengua española se encuentra en
el prólogo de La celestina (1499),
obra de Fernando de Rojas (c. 1470-1541), y cuyos versos componen en español
antiguo la frase “El bachiller Fernando de Rojas acabó la comedia de Calisto y
Melibea y fue nacido en el pueblo de Montalbán”. Los primeros de dichos versos
son:
El silencio escuda y suele encubrir
Las faltas de ingenio de las torpes lenguas;
Blasón que es contrario publica sus menguas
Al que mucho habla sin mucho sentir.
Como la hormiga que deja de ir
Holgando por tierra con la provisión,
Iactose* con alas su perdición:
LLeváronla en alto, no sabe dónde ir.
El aire gozando, ajeno y extraño,
Rapiña es ya hecha de aves que vuelan;
* Debe leerse “Jactose”, de jactarse. Recordemos
que en aquella época, el grafema ‹j› no existía y se empleaba indistintamente
‹i› para el sonido de la vocal y de la jota.
Los acrósticos, por otro lado, son comunes como poemas de amor, que
contienen el nombre de la persona a la que se le dedica en las primeras letras
de sus versos, o también como una forma de introducir comentarios jocosos o
irónicos en un texto poético, de manera velada y origi
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