SOCIEDAD Y CULTURA

Revista El Magazín de Merlo, Buenos Aires, Argentina.



domingo, 24 de septiembre de 2017

Fue una buena noticia en 1947 y lo es hoy: En septiembre se cumplen 70 años de la aprobación de la ley de voto femenino


En septiembre se cumplen 70 años de la aprobación de la ley de voto femenino, momento a partir del cual las mujeres obtuvimos el derecho a votar y de que nos voten para ocupar cargos electivos. Fue la larga e incansable lucha de las sufragistas y socialistas de principios del siglo XX la que culminó con el reconocimiento del voto femenino de la mano de Evita en 1947.


Si bien constituyó una gran conquista, el derecho al voto y a la posibilidad de ser electas no significó por sí mismo la equidad en la representación de las mujeres en los cargos legislativos. Por ello, las mujeres continuamos aún hoy pugnando por lograr la paridad.



En ese camino, en 1991 se sancionó la ley de cupo femenino, estableciendo que las mujeres debemos ocupar por lo menos el 30% de las listas para ser legisladores nacionales. Sin embargo, ese piso fue transformándose en un techo para nuestra participación en la política. El punto máximo de representación se dio en el año 2009 ocupando el 40% de los cargos legislativos, mientras que hoy hay 99 mujeres sobre 257 de diputados lo que representa un 38,5 por ciento de la cámara. 



La inequidad de la representación de las mujeres en los lugares de decisión se extiende a todos los poderes del Estado, sólo 5 de las 24 provincias argentinas son gobernadas por mujeres, en el gabinete de ministros de Macri, hay sólo 2 mujeres en los 23 cargos que lo conforman. 



En el ámbito de la justicia es donde las mujeres estamos más gravemente subrepresentadas en los lugares de máxima responsabilidad. Si bien somos el 54,4% del total del personal del Poder Judicial, al ascender en los puestos de mayor jerarquía el número de mujeres desciende al 15% de estos cargos y en la actualidad sólo una mujer tiene lugar en la Corte Suprema de Justicia.



La participación política nos transforma como mujeres y nuestro accionar y nuestras voces transforman la política, y no estamos hablando sólo de consignas, podemos observar que las principales leyes que nos otorgan derechos a las mujeres fueron impulsadas y militadas por nosotras, sólo para nombrar algunas: la ley de salud sexual y procreación responsable, la ley de parto humanizado, la que previene y sanciona la trata de personas, la que busca erradicar la violencia contra las mujeres, la ley de lactancia, entre otras. Desde el momento que las mujeres ocupamos lugares en el Congreso se comenzó a legislar sobre nuestros derechos.



Pero lo importante es destacar que estas leyes mejoran y hacen más justa la sociedad en su conjunto, no lograremos vivir en una sociedad equitativa si los derechos y la participación de las mujeres están rezagados.



Ahora bien, a la hora de participar las mujeres nos encontramos con numerosos obstáculos tanto objetivos como subjetivos, se sigue valorando de manera diferente las actividades que histórica y culturalmente se nos han asignado, destinadas a la reproducción y al cuidado de los otros, realizadas en el ámbito privado, mientras que cobran mayor valoración social las actividades de producción destinadas a los hombres, desarrolladas en el ámbito público. A la hora de participar en espacios públicos, ya sean políticos, laborales o académicos, las mujeres nos encontramos con mayores dificultades, siendo responsabilidad principal del Estado eliminar esas barreras.



Difícilmente podamos combatir las distintas discriminaciones que sufrimos las mujeres, si no tenemos un Estado presente, que asuma la responsabilidad que le cabe, tanto en la promoción de nuestros derechos, como en la ejecución de políticas públicas tendientes a garantizarlos, se requiere de un Estado que elimine los obstáculos que se nos presentan a las mujeres a la hora de asumir nuestra participación en el espacio público. 



En este sentido, es la ley paridad una deuda que tenemos pendiente en pos de garantizar el acceso real de las mujeres en la vida política, social y económica de nuestro país, condición esencial para lograr una sociedad más justa, equitativa y representativa.



(*) Raquel Vivanco: Coordinadora Nacional de MuMaLa (Mujeres de la Matria Latinoamericana) y precandidata a diputada nacional 1País.

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