Hay muchas razones por las que el ser humano querría almacenar y conservar en un 'arca de Noé' la rica variedad de especies agrícolas del planeta Tierra. La primera es que la tercera parte de la biodiversidad de los cultivos se ha perdido durante el último siglo. En segundo lugar, el hecho de que la agricultura está sufriendo una crisis mundial.
Como ya informó el último
informe del IPCC de expertos acerca del cambio climático,
tendremos que cambiar la forma en que usamos el suelo, y por tanto la dieta, si
queremos tratar de paliar los efectos antropológicos del cambio climático.
Además, existen varios
escenarios desastrosos que podrían hacer que toda o buena parte de la población mundial necesite
de un suministro de alimento: refugiados climáticos, una guerra
nuclear, catástrofes naturales… Por si fuera poco, la llamada bóveda del fin
del mundo facilita el estudio de la genética de los cultivos.
La función del Banco
Mundial de Svalbard es precisamente preservar todas las semillas de
la Tierra, con todos los objetivos descritos anteriormente. La idea de
ambicioso proyecto nació a finales de la década de los 90, y sus impulsores
fueron un grupo de agricultores y el genetista Cary Fowler. Pero todavía tuvo
que transcurrir una década hasta la puesta en marcha de sus instalaciones, en
2008. Para 2019, la cifra de semillas almacenadas supera el millón,
procedente de más de 200 países.
Algunos otros bancos nacionales de semillas, como
los de Afganistán e Irak, por ejemplo, fueron destruidos por saqueadores
interesados en los contenedores plásticos en los que se guardaban las semillas.
Y en Filipinas, un tifón atravesó el muro de un banco
de semillas y destruyó muchas de las muestras. Por esta razón, el lugar
escogido para su construcción debía ser lo más recóndito posible: el Círculo
Polar Ártico., en el archipiélago de Svalbard (Noruega). ¿Los
motivos? El lugar se encuentra a unos
La temperatura es esencial
para la conservación de las semillas. Además de las bajas temperaturas que allí
existen, el propio almacén tiene un sistema de refrigeración; no obstante, si
fallara, las semillas no correrían peligro.
¿Por qué son
importantes las semillas?
Como explica la FAO
(Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura),
las semillas son fundamentales porque guardan la información genética de las especies
agrícolas.
De hecho, la semilla fue
uno de los avances evolutivos más importantes hace unos 375 millones de años,
tanto como el huevo en los animales, dado que permitió a las plantas crecer sin
la necesidad de estar junto a una fuente de agua.
Antes de la semilla, las plantas se reproducían por esporas, que necesitan
mucha agua para crecer. Pero la semilla, que es una planta embrionaria, puede
sobrevivir lejos del agua durante meses o años, llevando en su interior los nutrientes que
necesita.
Conservar las semillas
permite disponer de una especie de copia de seguridad embrionaria de todos los
cultivos del planeta, asegurando que no se extingan,
y a la vez disponiendo de una fuente de alimento constante.
Cuando la Tierra sea
inhabitable, tal vez el futuro de la bóveda del fin del mundo sea ocupar un
lugar en una nave que transporte a
la humanidad a otro planeta, pudiendo así servir de alimento en
el largo viaje.
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