Estamos
hablando de la Biblioteca del Monasterio de
Wiblingen, una de las bibliotecas más bonitas que hay en Europa, de un
estilo barroco exuberante que nos recuerda otras
preciosas bibliotecas monásticas barrocas que hemos
podido ir conociendo a lo largo de nuestros viajes por Europa, como la
Biblioteca del Monasterio de Santk Gallen, en Suiza, o la del Monasterio
Strahov, en Praga.
Pero mientras que dichas bibliotecas son bastante más
famosas y atraen a miles de visitantes cada año, la biblioteca del Monasterio
de Wiblingen suele pasar bastante más desapercibida y suelen ser más bien pocos
los viajeros que se acercan a conocerla.
El Monasterio o abadía de Wiblingen, pero se fundó en tiempos del barroco, pues su fundación se remonta a finales del siglo XI, cuando se establece en en esta situación una
filial de la abadía de San Blas, de la Selva Negra. Fueron los condes Harttmann
y Otto von Kirchberg los que ofrecieron las nuevas tierras a los monjes de San
Blas, y además, les ofrecieron una preciada reliquia: nada menos que un pequeño trozo de la Cruz en
que Jesús fue crucificado.
Wiblingen
se convierte durante los primeros siglos del segundo milenio en un importante
centro monástico benedictino, donde a la severidad en el seguimiento de la
regla de San Benito, se unía un importante centro de erudición que lo hizo
especialmente famoso en toda la zona.
Los edificios que hemos venido a ver, no son de la época
medieval y de estilo románico, que es como se construyeron las primeras
dependencias monásticas que duraron durante varios siglos. Hacia principios de
siglo XVIII se decide renovar las dependencias monásticas, en este caso ya con
el estilo imperante en Europa en ese momento, es decir, en estilo barroco. Y la
verdad es que tanto la biblioteca de Wiblingen,
que nos ha llevado hasta aquí, como la maravillosa iglesia abacial, están construidas
en un estilo riquísimo y que hace que la visita cumpla con las expectativas.
Cuando
llegamos al monasterio nos encontramos con una desagradable sorpresa y es que
hoy precisamente está cerrado, pues justamente no es hasta el día siguiente, 1
de abril, cuando comienzan las visitas diarias. Durante el invierno, el
Monasterio de Wimblingen sólo está abierto sábados y festivos.
Cuando
la cuidadora de la sala oye nuestra decepción con la noticia y nuestras
explicaciones de que hemos recorrido casi doscientos kilómetros para llegar
hasta aquí desde Heidelberg (no os perdáis el post que habla de la preciosa ciudad de Heidelberg) y que el
día siguiente por la mañana seguimos ruta hacia el sur y no nos será posible
visitar la biblioteca, no duda en abrir personalmente la sala para que la
podemos disfrutar para nosotros solos. Una actitud que nos sorprende y
maravilla a partes iguales y que no podemos dejar de agradecerle.
La biblioteca barroca
de Wiblingen es la estrella del monasterio. En estilo barroco, incluso,
rococó, supone uno de los mejores ejemplos de este tipo de construcciones en
toda Europa. Pero la verdad es que sorprende saber que por falta de
presupuesto, buena parte de las columnas y estatuas que aparentan ser de
mármol, no lo son, sino que están construidas con madera pintada. Una auténtica
sorpresa que nos descubre la guía que nos acompaña durante la visita y que
habría pasado desapercibido si ella no nos lo indica.
La
biblioteca se divide en dos pisos, aunque el superior lo forma solamente una
galería que tiene una balaustrada que da directamente a la planta baja. El
techo, como no puede ser de otro modo, está también ricamente decorado, con una
de estas pinturas que parecen más propias de un palacio real de la época dorada
de Versalles, que de un monasterio benedictino. La galería del primer piso
queda sujetada por un conjunto de columnas que recorren toda la planta baja,
que como he explicado, son de madera, pero tan preciosamente trabajadas que
hace que el efecto escénico sea realmente excepcional. Cuatro estatuas (dos a
cada lado), presuntamente de mármol, pero en verdad también de madera, decoran
igualmente la preciosa estancia.
Por cierto, el lema de la Biblioteca del Monasterio de
Wiblinegen que los visitantes pueden ver en la entrada es «En quo omnes tesauros sapientiae te Scientiae» (en el
que se almacenan todos los tesoros del conocimiento y la ciencia); es decir,
una auténtica declaración de intenciones.
Visitada
la Biblioteca del Monasterio nos acercamos
hasta la iglesia abacial del Monasterio de Wiblingen que nos deja
igualmente boquiabiertos, tanto en el diseño como en la ornamentación y en los
frescos del techo. En cualquier caso, es más habitual encontrar este tipo de
iglesias barrocas por Europa, mientras que de bibliotecas barrocas tan
excepcionales como la del Monasterio de Wiblingen son más difíciles de
encontrar. En la iglesia se custodia precisamente la reliquia de la Vera Cruz
que, como comenté, fue un regalo de los condes von Kirchberg, mecenas y fundadores
del cenobio.
Además de la biblioteca y de la iglesia,
en el Monasterio de Wiblinguen se ubican varias dependencias de la Universidad
de Ulm, que es la encargada actualmente del mantenimiento del cenobio, así como
un museo del monasterio, que no podemos visitar porque como explicaba, las
visitas diarias no empiezan hasta el uno de abril. Al igual que la visita del
Monasterio de Maulbronn, Patrimonio de la Humanidad y muy cerca de aquí, la visita a
la biblioteca barroca del Monasterio de Wiblingen, una de las bibliotecas más
bonitas del mundo, ha satisfecho por completo nuestras expectativas.
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