SOCIEDAD Y CULTURA

Revista El Magazín de Merlo, Buenos Aires, Argentina.



lunes, 3 de noviembre de 2025

¡QUE DATO! Cómo la LECTURA modifica el cerebro, según la ciencia.

 

Leer como herramienta de evolución cognitiva.




La lectura, entonces, es mucho más que un pasatiempo o una exigencia escolar. Es una práctica que puede mejorar las funciones cerebrales, fortalecer la empatía, aumentar la memoria verbal y promover el pensamiento abstracto.

El estudio deja en claro una cosa: si la lectura deja de ocupar un lugar central en la vida cotidiana, se podría estar perdiendo una herramienta evolutiva clave. La lectura no solo permite interpretar textos, sino también ayuda a comprender el mundo, conectar con otros y construir pensamiento propio.



¿Y si leer no solo ampliara el conocimiento, sino que moldeara físicamente el cerebro, transformando nuestra forma de pensar y entender el mundo? Un estudio reveló que el cerebro de las personas que leen con frecuencia presenta diferencias estructurales respecto a quienes no lo hacen. Estas variaciones se observan en regiones asociadas a la comprensión del lenguaje, la memoria y otras funciones cognitivas. Según los autores, la lectura no solo enriquece el conocimiento, sino que modifica físicamente el cerebro, reforzando conexiones neuronales clave.



Este hallazgo coincide con un contexto en el que los hábitos de lectura varían notablemente entre países. España, por citar un ejemplo, atraviesa un momento favorable: según el Barómetro de Hábitos de Lectura y Compra de Libros 2024, el 65 % de la población lee libros en su tiempo libre, y el 75,3 % de los jóvenes entre 14 y 24 años lo hace por placer. Esta tendencia sitúa al país entre los más lectores del mundo y genera un entorno propicio para que la lectura tenga efectos amplios en el plano educativo y cognitivo.

En Argentina, por otro lado, los niveles de lectura muestran desafíos. La Encuesta Nacional de Consumos Culturales, elaborada por el Ministerio de Cultura, señala que el 51 % de la población leyó al menos un libro en la última encuesta que se hizo en 2022. El consumo se da principalmente en formato papel, y se concentra en los grupos más jóvenes: el 77 % de los adolescentes entre 13 y 17 años declaró haber leído, en su mayoría por motivos escolares.

A nivel global, el sitio World Population Review ubicó a Argentina en el puesto 13 entre los países con menor cantidad de libros leídos por persona al año. Según este ranking, el promedio es inferior a dos libros por habitante, un dato que contrasta con el peso histórico de la literatura argentina y con eventos culturales como la Feria del Libro de Buenos Aires.



Este panorama permite dimensionar la lectura como algo más que una práctica cultural: es también un factor asociado al desarrollo cerebral y cognitivo. A la luz de esta perspectiva, los hallazgos del estudio publicado en Neuroimage resultan especialmente relevantes.

Un estudio pionero: metodología y alcance



El estudio que puso en el foco la relación entre lectura y estructura cerebral fue realizado por Mikael Roll, profesor de fonética en la Universidad de Lund, quien analizó datos de código abierto procedentes del Proyecto Conectoma Humano, una iniciativa internacional que recopila información detallada sobre la anatomía y la conectividad cerebral de miles de personas. En esta investigación se incluyeron más de 1.000 participantes, lo que permitió identificar patrones anatómicos asociados a diferentes niveles de habilidad lectora.

El análisis se centró en comparar la anatomía cerebral de personas con distintas habilidades lectoras, con especial atención a las regiones implicadas en el procesamiento del lenguaje y la comprensión lectora.

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