**El saber nos hará libres y pensantes-
En los últimos años, el pensamiento
crítico se ha convertido en el santo
grial del mundo laboral. Nos dice todo quisque, World
Economic Fórum incluido, que una de las habilidades por las que más nos van a buscar (y a
cotizar) a los profesionales será por nuestro “pensamiento crítico”.
Porque una conversación sobre
desinformación mantenida ayer me hace saltar la chispa: ¿Y si la “receta de
defensa” que estamos estimulando para contrarrestarla (el ya en boca de todos
“pensamiento crítico”) pudiera ocasionar efectos
colaterales aún más perniciosos que la propia desinformación?
Se dice que el pensamiento crítico ha disminuido en la actualidad debido
a la sobrecarga de información, la falta de análisis
crítico de noticias y fuentes, la influencia de las redes sociales
y la censura, y la pérdida de autonomía individual. Estos
factores, según observadores como Franco Berardi, pueden estar erosionando la
capacidad de las personas para discernir la verdad, formarse opiniones
independientes y reflexionar profundamente.
Factores que contribuyen a la erosión
del pensamiento crítico:
Las plataformas a menudo priorizan la
rápida difusión de contenido emocional en lugar del análisis profundo,
dificultando la distinción entre hechos y opiniones. Tanto a nivel estatal como
individual, existe una presión para no expresarse libremente, lo que limita la
diversidad de opiniones y el debate abierto.
La cantidad abrumadora de noticias y
datos disponibles puede llevar a una sensación de parálisis y a una menor
disposición para reflexionar sobre cada pieza de información.
Cuando las personas dependen
excesivamente de otros para tomar decisiones, pierden la capacidad de pensar
por sí mismas y se vuelven más vulnerables a la manipulación.
La violencia y el sufrimiento pueden
ser presentados como espectáculos mediáticos, lo que lleva a una
desensibilización y a una menor empatía, dificultando un análisis crítico de la
realidad.
Impacto en
la sociedad:
La incapacidad para pensar de forma
crítica puede llevar a una pérdida de control sobre las propias vidas y a una
mayor dependencia de las narrativas impuestas por otros. La falta de
pensamiento crítico puede dificultar la defensa de la dignidad y los derechos
de las personas, al no poder discernir la verdad detrás de la propaganda o el
engaño.
Se observa que incluso en niños
pequeños pueden presentarse dificultades en el desarrollo de habilidades de
comunicación y pensamiento, lo que sugiere un impacto temprano en su capacidad
para cuestionar y analizar.

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