SOCIEDAD Y CULTURA

Revista El Magazín de Merlo, Buenos Aires, Argentina.



martes, 18 de noviembre de 2025

DESDE el VATICANO: ¿Por qué la Iglesia Católica prohíbe el “matrimonio gay”?

** EL MATRIMONIO se basa en la “unidad, indisolubilidad y [está ordenado] a la vida”, es decir, a la procreación de los hijos. Para parejas del mismo sexo es imposible por más amor que exista entre esas personas. Según lo asegurado por John Grabowski, profesor de teología moral en la Catholic University of America, dijo a CNA.




 

Un poco más de 10 años después de que redefiniera el matrimonio para incluir a las parejas del mismo sexo, la Corte Suprema de Estados Unidos decidió el 10 de noviembre no volver a examinar esa controvertida decisión, manteniendo al menos por ahora su fallo en Obergefell v. Hodges, que convirtió el “matrimonio gay” en ley en todo el país.

Una década después de ese fallo, casi un millón de parejas del mismo sexo en Estados Unidos participan en lo que la ley ahora define como matrimonio. Sin embargo, la Iglesia Católica ha continuado afirmando la definición del matrimonio como exclusivamente la unión entre un hombre y una mujer.

Esa ha sido la definición predominante del matrimonio en todo el mundo durante al menos unos 5.000 años de historia humana, aunque muchas sociedades han permitido la poligamia, o múltiples cónyuges, en diversas formas. La variante de matrimonio entre personas del mismo sexo, por su parte, sólo llegó a ser aceptada en las últimas décadas.

La Iglesia ha sostenido desde sus inicios que el matrimonio es estrictamente entre un hombre y una mujer. El Catecismo de la Iglesia Católica indica que el matrimonio se da cuando “el varón y la mujer constituyen entre sí un consorcio de toda la vida”. Por su naturaleza, está ordenado “al bien de los cónyuges y a la generación y educación de la prole”.

Los Padres de la Iglesia y los teólogos desde los primeros días del catolicismo han sostenido de manera constante que el matrimonio está destinado a ser una unión permanente y para toda la vida entre un hombre y una mujer, y San Agustín nombra explícitamente a la “prole” como una de las bendiciones del matrimonio, junto con la “fidelidad” y el “vínculo sacramental”.

John Grabowski, profesor de teología moral en la Catholic University of America, dijo a CNA —agencia en inglés de EWTN News— que el matrimonio, en la enseñanza de la Iglesia Católica, se basa en la “unidad, indisolubilidad y [está ordenado] a la vida”, es decir, a la procreación de los hijos.

“Esos criterios sólo pueden cumplirse en la unión entre un hombre y una mujer”, dijo. “No pueden cumplirse en una unión entre dos hombres o dos mujeres. El ‘matrimonio gay’ es, por tanto, un término equívoco en la comprensión de la Iglesia”.

Grabowski sostuvo que la redefinición del matrimonio por parte de la Corte Suprema fue un acto de “imposición judicial” más que un reconocimiento de lo que el matrimonio realmente es. Dijo que el máximo tribunal estaba actuando más como un “barómetro cultural” que reflejaba un cambio erróneo en la percepción de lo que es el matrimonio.

“Sería similar a que la corte aprobara una norma diciendo que podemos llamar cuadrado a un círculo”, dijo. “Simplemente no se basa en la realidad del mundo natural”.

El fallo Obergefell llegó después de años de esfuerzos de activistas LGBT por redefinir el matrimonio tanto en los estados individualmente como a nivel federal. Los activistas habían argumentado que no había ninguna razón significativa para restringir el matrimonio a las parejas de sexo opuesto y que hacerlo constituía discriminación.

Muchos críticos han afirmado que la enseñanza más amplia de la Iglesia sobre el matrimonio en realidad dejó la puerta abierta para que las parejas del mismo sexo pudieran casarse; por ejemplo, argumentaron, al permitir que parejas de sexo opuesto se casen incluso si uno o ambos cónyuges son infértiles, la Iglesia separa implícitamente la procreación biológica del matrimonio mismo.

En 2017, por ejemplo, el Obispo de Winona-Rochester, Minnesota (Estados Unidos), Mons. Robert Barron, reafirmó su oposición al matrimonio gay, pero cuestionó “la prudencia y la sabiduría” de intentar proscribirlo por vía legislativa en ese momento. El obispo sugirió, en cambio, que el “testimonio personal y la educación” eran mejores herramientas para el clima político actual.

Grabowski reconoció que uno “podría decir, realísticamente, que ese barco ya zarpó y que la cuestión política está muerta”.

“Pero ese es un juicio político”, dijo. Los católicos no deberían perder de vista la meta de restablecer leyes correctas sobre el matrimonio, argumentó.

“En cuanto a algo por lo que esperar, rezar y, en la medida en que podamos, trabajar; eso es algo a lo que los católicos deberían aspirar”.

  

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