** EL MATRIMONIO se basa en la
“unidad, indisolubilidad y [está ordenado] a la vida”, es decir, a la
procreación de los hijos. Para parejas del mismo sexo es imposible por más
amor que exista entre esas personas. Según lo asegurado por John
Grabowski, profesor de teología moral en la Catholic University of America,
dijo a CNA.
Un poco más de 10 años después de que redefiniera el
matrimonio para incluir a las parejas del mismo sexo, la Corte Suprema de
Estados Unidos decidió el 10 de
noviembre no volver a examinar esa controvertida decisión,
manteniendo al menos por ahora su fallo en Obergefell v.
Hodges, que convirtió el “matrimonio gay” en ley en todo el país.
Una década después de ese fallo, casi un millón de
parejas del mismo sexo en Estados Unidos participan en lo que la ley ahora
define como matrimonio. Sin embargo, la Iglesia Católica ha continuado
afirmando la definición del matrimonio como exclusivamente la unión entre un
hombre y una mujer.
Esa ha sido la definición
predominante del matrimonio en todo el mundo durante al menos unos 5.000 años
de historia humana, aunque muchas sociedades han permitido la poligamia, o
múltiples cónyuges, en diversas formas. La variante de matrimonio entre
personas del mismo sexo, por su parte, sólo llegó a ser aceptada en las últimas
décadas.
La
Iglesia ha sostenido desde sus inicios que el matrimonio es estrictamente entre
un hombre y una mujer. El Catecismo de la Iglesia Católica indica que el matrimonio se da cuando
“el varón y la mujer constituyen entre sí un consorcio de toda la vida”. Por su
naturaleza, está ordenado “al bien de los cónyuges y a la generación y
educación de la prole”.
Los
Padres de la Iglesia y los teólogos desde los primeros días del catolicismo han
sostenido de manera constante que el matrimonio está destinado a ser una unión permanente y para toda la
vida entre un hombre y una mujer, y San Agustín nombra
explícitamente a la “prole” como una de las bendiciones del matrimonio, junto
con la “fidelidad” y el “vínculo sacramental”.
John Grabowski, profesor de teología
moral en la Catholic University of America, dijo a CNA —agencia en inglés de
EWTN News— que el matrimonio, en la enseñanza de la Iglesia Católica, se basa
en la “unidad, indisolubilidad y [está ordenado] a la vida”, es decir, a la
procreación de los hijos.
“Esos criterios sólo pueden cumplirse en la unión entre un
hombre y una mujer”, dijo. “No pueden cumplirse en una unión entre dos hombres
o dos mujeres. El ‘matrimonio gay’ es, por tanto, un término equívoco en la
comprensión de la Iglesia”.
Grabowski sostuvo que la redefinición del matrimonio por parte
de la Corte Suprema fue un acto de “imposición judicial” más que un
reconocimiento de lo que el matrimonio realmente es. Dijo que el máximo
tribunal estaba actuando más como un “barómetro cultural” que reflejaba un
cambio erróneo en la percepción de lo que es el matrimonio.
“Sería similar a que la corte
aprobara una norma diciendo que podemos llamar cuadrado a un círculo”, dijo.
“Simplemente no se basa en la realidad del mundo natural”.
El fallo Obergefell llegó después de años de esfuerzos de
activistas LGBT por redefinir el matrimonio tanto en los estados
individualmente como a nivel federal. Los activistas habían argumentado que no
había ninguna razón significativa para restringir el matrimonio a las parejas
de sexo opuesto y que hacerlo constituía discriminación.
Muchos críticos han afirmado que la enseñanza más amplia de la
Iglesia sobre el matrimonio en realidad dejó la puerta abierta para que las
parejas del mismo sexo pudieran casarse; por ejemplo, argumentaron, al permitir
que parejas de sexo opuesto se casen incluso si uno o ambos cónyuges son
infértiles, la Iglesia separa implícitamente la procreación biológica del
matrimonio mismo.
En 2017,
por ejemplo, el Obispo de Winona-Rochester, Minnesota (Estados Unidos), Mons.
Robert Barron, reafirmó su
oposición al matrimonio gay, pero cuestionó “la prudencia y la
sabiduría” de intentar proscribirlo por vía legislativa en ese momento. El
obispo sugirió, en cambio, que el “testimonio personal y la educación” eran
mejores herramientas para el clima político actual.
Grabowski reconoció que uno “podría decir, realísticamente, que
ese barco ya zarpó y que la cuestión política está muerta”.
“Pero ese es un juicio político”, dijo. Los católicos no
deberían perder de vista la meta de restablecer leyes correctas sobre el
matrimonio, argumentó.
“En cuanto a algo por lo que esperar, rezar y, en la medida en
que podamos, trabajar; eso es algo a lo que los católicos deberían aspirar”.

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