¿EXORCISMOS 2025? Los exorcismos se practican en México, generalmente dentro del marco de la
Iglesia católica, como un ritual para expulsar demonios a través de oraciones. Se ha informado de un aumento en la demanda de
estos ritos, especialmente en contextos de violencia. La práctica se lleva a
cabo discretamente y es vista por algunos con escepticismo, mientras que otros
la consideran necesaria, incluso en un sentido social o metafórico.
La Iglesia Católica en México
tendrá un obispo responsable de acompañar y velar por la formación y comunidad
de los exorcistas del país. La designación fue discutida durante la
Asamblea Plenaria de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) celebrada del
10 al 14 de noviembre, y el resultado será conocido en las próximas
semanas.
La llamada “Pastoral de la
Consolación” buscará reunir a los alrededor de 80 exorcistas designados en 44
de las cerca de 100 diócesis de México.
El P. Andrés Esteban López Ruiz, subdirector de la Pastoral de
Consolación y Ministerio de Exorcismo de la Arquidiócesis Primada de México,
presentó el tema ante los obispos.
Explicó que este ministerio cuenta con un marco normativo en la
Iglesia Católica, basado en el canon 1172 del Código de Derecho Canónico, que
establece las condiciones para nombrar a un exorcista —un sacerdote piadoso,
sabio, prudente y de vida íntegra—, además del Ritual de Exorcismos y otras Súplicas.
“Una preocupación pastoral”
En diálogo con ACI Prensa, el P.
Andrés Esteban López Ruiz, que es también representante de la Asociación
Internacional de Exorcistas para México, destacó que la decisión de la CEM
parte de “una preocupación pastoral de los mismos obispos” para “poder
acompañar de manera más formal como organismo colegial” a los exorcistas en
México.
El exorcismo, dijo, es “una pastoral
que tiene una complejidad particular y que cada obispo diocesano organiza en su
diócesis, en su jurisdicción, según su propio criterio, según su propio
discernimiento”.
Al mismo tiempo, señaló, existe “un
deseo de que los exorcistas reciban una formación inicial y permanente,
correcta, que ejerzan su ministerio de la manera también más adecuada conforme
a la doctrina y la praxis de la Iglesia”.
Se busca además que los exorcistas
ejerzan este ministerio “no de manera aislada, cada uno digamos a su modo, sino
también en comunión, en sinodalidad, en relación con otros exorcistas y que
puedan compartir espacios de formación, de encuentro, de oración”.
Los fieles necesitan ser escuchados y acompañados
El P. López Ruiz destacó la
importancia de la atención pastoral para la feligresía, pues “la gente
necesita, sobre todo, ser escuchada, ser acompañada en sus diversos
sufrimientos y males”.
“Muchas veces realmente no tienen la necesidad de un exorcista”,
continuó, “pero alguien tiene que escucharles, acogerles y discernir también
junto con ellos”.
El exorcista mexicano reconoció que hay preocupación “por el
aumento de las prácticas del ocultismo, de la superstición, la magia, y acá en
México pues todo lo que significa el culto a la llamada ‘Santa Muerte’, el
culto a los ídolos, las formas de idolatría, la santería, las formas de no
paganismo, de las prácticas de la nueva era”.
En ese contexto, dijo, “también surgen necesidades específicas
entre las personas que han participado de todo esto y que a veces resultan muy
heridas, muy lastimadas”.
Las tentaciones de los exorcistas
El exorcista mexicano subrayó la
importancia de que quienes realicen este ministerio reciban “una formación
inicial y también permanente para poder ejercer su ministerio de manera
adecuada”, pues “la experiencia común de todos los sacerdotes que hemos
recibido esa encomienda de un obispo es que no sabemos bien qué hacer ni
cómo”.
En este marco, el sacerdote señaló
algunas, entre “muchas”, tentaciones que deben enfrentar los exorcistas para
ejercer prudentemente su ministerio.
“El demonio existe” pero no hay que tenerle miedo
El P. López Ruiz subrayó que “la
Iglesia enseña con seriedad que el demonio existe, como un dato revelado por
Dios en la Sagrada Escritura”. Pero se trata, dijo, de “una criatura limitada,
no omnipotente”, sino “con un poder que ha sido también enfrentado y vencido
por la encarnación del Hijo de Dios, por su misterio pascual, por el don de su
Espíritu”.
Su acción ordinaria, explicó, “es la
tentación con la que el demonio trata de alejar al hombre de Dios y de
asociarlo a su rebeldía contra Dios, contra Su reino”.
Las acciones extraordinarias del
demonio, destacó, no deberían ser “el centro de atención de la pastoral de la
Iglesia ni de nuestra preocupación”.
“Nuestra preocupación como Iglesia es
en orden a que brille el Evangelio de Cristo en el mundo y que las almas y las
personas puedan llegar a vivir la alegría de los dones que Dios nos da en su
reino, que ofrece con la palabra los sacramentos”, aseguró.
“No hay que
tenerle ningún miedo al demonio”, insistió, sino que se debe “tener temor de
Dios, un temor que brota del amor, que es realmente con la libertad, tomarnos
muy en serio que Dios nos ama y que lo amamos y que no queremos separarnos de
su amor”, concluyó.



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