Hace
unos días leí un tweet de una joven española (pero que sucede en muchos países ),
que compartía lo que para ella había sido una indignante experiencia, había
dictado un curso presencial y al final del curso uno de los asistentes se le
acercó para decirle que había disfrutado mucho la clase y que la instructora
era “además de inteligente muy guapa”, es decir, al asistente del curso le
gustó la instructora y decidió probar suerte. Ese comportamiento fue catalogado
por la instructora en las redes sociales como una inaceptable aproximación.
“Que te valoren por tu apariencia, me sentí muy incómoda”.
Recuerdo en mis días de soltero que en
la dinámica de las relaciones sociales, si querías llamar la atención de alguna
dama era necesario desarrollar algún tipo de estrategia. Dependía de la
personalidad de los involucrados, pero en definitiva te tenías que aproximar,
manifestar algo que permitiera al otro entender que había interés.
Esa manifestación podía ser algún comentario
sobre la apariencia, la personalidad o el intelecto, después de eso tenía que
venir un segundo paso, por lo general invitar a la dama a comer o a tomar una
copa de vino. Pero difícilmente eso era suficiente, ya que los labios no se
tocan por inercia, salvo que la dama mostrara un evidente interés en finiquitar
el asunto, el caballero tenía que asumir un riesgo, tenía que jugársela, pero
no podías ser impulsivo o poco sutil porque eso podía arruinar todo lo
avanzado. Para ello podías intentar acercarte un poco más,
tocar
una rodilla (ni de broma más arriba), valerte del ruido del lugar para tener la
excusa de decir algo cerca del oído, dependiendo de la reacción de la dama
decías si era momento del siguiente paso. El alcohol efectivamente aceleraba
todos esos tiempos y estrategias, bien para que ambas partes se sintieran
desinhibidas o bien para decir al día siguiente que todo había sido culpa del
alcohol.
La estrategia de las damas solía ser
mucho más simple y corta, si les llamaba la atención algún caballero, la jugada
era manifestar algún cumplido (el mismo primer paso del párrafo anterior), algo
relacionado con las aptitudes de su objetivo (intelectuales, deportivas, etc.),
luego de eso el caballero ya sabía que la dama estaba interesada (ojo que
algunos hombres necesitan más de una manifestación para entender la
señal), a partir de ese momento la pelota estaba en la cancha del caballero.
Procedía ahora las fases sucesivas ya observadas en el párrafo anterior bajo la
iniciativa del hombre.
De
cualquier modo, allí reside la desgracia de los solteros y divorciados de
nuestro tiempo, como este tema se ha convertido en un asunto ideológico y
bandera política de muchos, las relaciones sociales están cambiando y los
varones se ven cada vez más constreñidos a ignorar su instinto biológico, es
como si la ideología comenzara a llevar a cabo una transformación antropológica
en los varones de mi generación y de las generaciones que vienen.
Ya veremos si la instructora dentro de
unos años, cuando la fuerza de gravedad, el tiempo y el ciclo celular hayan
hecho su trabajo, recordará con nostalgia los días en que recibía piropos.
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