Sedición, un término que deriva del latín seditĭo, es un levantamiento
grupal contra los gobernantes, las autoridades o el
orden vigente. Por lo general, se considera la sedición como un movimiento o
una actitud que tiene una gravedad
menor que una rebelión o una revolución.
Fomentar organizaciones que se oponen a la
autoridad, promover la resistencia al poder y
realizar discursos públicos en contra del orden establecido son algunas
acciones típicas de la sedición. Estas prácticas pueden considerarse como un delito dependiendo del contexto y la
legislación de cada país.
De
esta manera, hay que decir que las manifestaciones pacíficas, los actos de
protesta y el ejercicio de
la oposición política no suelen considerarse como actos de sedición ni acciones
ilegales en los regímenes democráticos.
Podemos tomar el caso de la República Argentina para comprender qué es la
sedición y en qué punto se consideran sus acciones como un delito. De acuerdo a
la Constitución de
este país sudamericano, el pueblo gobierna a través de sus representantes y de
las autoridades establecidas por la Carta Magna.
Las personas que pretenden atribuirse los derechos de los ciudadanos y realizar
reclamos en su nombre, afirma la Constitución argentina,
incurren en el delito de sedición.
De
este modo, si integrantes de la fuerza policial deciden no acatar las órdenes
del poder político hasta que se les otorgue un aumento de salario, estas personas podrán
ser acusadas de sedición ya que no están respetando lo establecido por la Constitución. En Argentina, las
condenas por sedición pueden acarrear varios años de cárcel.
La
persona responsable de promover las actitudes y los hechos recién descritos,
correspondientes a una situación que puede catalogarse de sedición, se
considera «sediciosa», una palabra que puede actuar como adjetivo o como
sustantivo, según el caso.
Con
respecto al término sedición, puede decirse que en la modernidad apareció por
primera vez alrededor del 1590, durante el reinado de Isabel I, aunque mucho
antes ya puede apreciarse en la biblia católica para referirse a la acción de
promover a través de escritos o palabras la hostilidad hacia
la autoridad constituida o el Estado.
Existen leyes de sedición en países como
Estados Unidos y Australia; en este último, forma parte de una ampliación de
las sanciones y definiciones de la legislación antiterrorista que efectuaron en
el mes de diciembre de 2005. Un caso conocido de sedición tuvo lugar en el año
1981, cuando un nacionalista puertorriqueño llamado Oscar López Rivera, quien
había luchado en la guerra de Vietnam, recibió una condena a 70 años en la
cárcel por haber conspirado en
un delito sedicioso, entre otros.
López Rivera se encuentra entre los 16
individuos a los cuales Bill Clinton les ofreció un indulto condicional en el
año 1999; sin embargo, él no lo aceptó. Según su hermana, la razón de su
rechazo se debió a que no veía la diferencia entre estar encerrado y no poder
hacer un uso pleno de su libertad.
El tiempo que este hombre pasó en la cárcel, 32 años, lo ubica en el puesto del
preso político que más ha durado tras las rejas en la historia de su país, pero
también a nivel mundial.
En
el año 2005, una mujer mexicana fue el foco de una investigación por
actos sediciosos, luego de haber escrito una carta a un diario local en la cual
criticaba negativamente al gobierno. El Sindicato para las Libertades
Civiles en América estuvo a cargo del caso y consiguió que
la acusada fuera exonerada de los cargos. Colombia considera la sedición como
un delito que obstruye temporalmente el régimen legal vigente a través del uso
de armas, y contempla la exclusión de la pena siempre que no acarree actos de
barbarie, ferocidad o terrorismo.
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