TODAS la IMÁGENES CORRESPONDEN a PANAMÁ: El país se une a una serie de países que han
adoptado un movimiento legal que otorga a la tierra, los árboles, los ríos, los
arrecifes de coral y las montañas derechos legales únicos, similares a los de
los seres humanos, las empresas y los gobiernos.
Panamá es el último país en reconocer los derechos
legales de la naturaleza, dando a los ecologistas una nueva herramienta
para luchar contra el daño ecológico. Tras algo más de un año de debate en la
Asamblea Nacional de Panamá, el Presidente Laurentino Cortizo firmó una legislación que define la naturaleza como «una comunidad única, indivisible y autorregulada de seres vivos,
elementos y ecosistemas interrelacionados entre sí que sostiene, contiene y
reproduce a todos los seres».
La
legislación incluye seis apartados de derechos extendidos a la naturaleza, entre
ellos el «derecho a existir, persistir y regenerar sus
ciclos vitales«, el «derecho a conservar
su biodiversidad» y el «derecho a ser restaurada después de haber
sido afectada directa o indirectamente por cualquier actividad humana».
Panamá
se suma ahora a Bolivia, Nueva Zelanda, Bangladesh, Ecuador, Brasil, Colombia y México, entre otros países,
que han emitido decisiones judiciales, promulgado leyes o enmendado
constituciones que reconocen los derechos legales de la naturaleza.
La legislación también impone nuevas
obligaciones al gobierno panameño, incluyendo el requisito de que sus planes,
políticas y programas respeten los derechos de la naturaleza. La ley ordena al
gobierno desarrollar procesos de fabricación y políticas energéticas que
salvaguarden los ecosistemas, y requiere que el gobierno promueva los derechos
de la naturaleza como parte de su política exterior.
Entre
2002 y 2020, el país, que tiene la mitad del tamaño de Pensilvania, perdió unas
Panamá
es uno de los 25 países más megadiversos a nivel mundial, jugando un papel
fundamental en la preservación de la biodiversidad y la mitigación del cambio
climático.
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