Fuente: Sicología y familia- Mayormente, la tristeza se
diferencia de la depresión en que la
persona con distimia/tristeza suele adaptarse a una vida rutinaria y “normal”. Por contra, la persona con depresión no es capaz de mantener
esa rutina. Por tanto, la diferencia fundamental es el grado de incapacitación que la
persona presenta ante el trastorno.
La distimia se presenta en el 5-6% de la población
general. Estando presente con el
doble de frecuencia en las mujeres que en los hombres.
¿Qué causa la
tristeza?
No se sabe la causa exacta del trastorno distímico, pero
parece generarse a partir de una
combinación de factores genéticos, bioquímicos, ambientales y psicológicos.
Es relevante la causa que se atribuye a una alteración de un neurotransmisor
denominado serotonina, responsable de
mantener en equilibrio nuestro estado de ánimo, pensamiento, sueño, apetito y
comportamiento.
La investigación indica que los cerebros de las personas que tienen depresión
se ven diferentes a los de las personas sin depresión, pudiendo por lo tanto establecerse diferencias funcionales de manera
objetiva.
Por otra parte, el estrés crónico y el trauma pueden
desencadenar la distimia fácilmente. Se considera que el estrés altera la
capacidad de regular el estado de ánimo.
A su vez, las circunstancias sociales, en
particular el aislamiento y la falta de
apoyo social, también contribuyen a su desarrollo. Además, el
trauma, la pérdida de un ser querido, una relación difícil o cualquier
situación estresante pueden desencadenar un episodio depresivo precursor de la
distimia, sin que los episodios
depresivos posteriores requieran de un desencadenante obvio.
¿Cuáles son los síntomas de la distimia?
La
distimia se caracteriza por un estado de ánimo bajo o triste que se
experimenta la mayor parte del tiempo durante al menos dos años. En
niños y adolescentes, el estado de ánimo puede ser más irritable que
deprimido.
Además
de la tristeza o el estado de ánimo irritable, al menos dos de los siguientes
síntomas deben estar presentes:
- Insomnio
o sueño excesivo
- Poca
energía o fatiga
- Baja
autoestima
- Pesimismo
- Falta
de apetito o exceso de comida
- Poca
concentración o indecisión
Propensión a sufrir cefaleas.
- Evitación
de actividades y relaciones sociales.
- Sentimientos
de desesperanza
Estos
síntomas pueden provocar en mayor o menor medida un funcionamiento deficiente
en la vida laboral, social o personal del sujeto con tristeza crónica.
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