El ÁGUILA MONERA O FILIPINA es
una de las aves cazadoras más grandes y poderosas en el mundo, y la mayor rapaz
de las selvas de Filipinas. Se le llamó «águila monera» a raíz de su tardío
descubrimiento en 1896, basado en los reportes de los nativos, que afirmaban
que se alimentaba exclusivamente de monos. Los resultados de investigaciones
posteriores, revelaron que también se alimenta de otras presas, como el colugo
de Filipinas, algunas serpientes, lémures, varanos, o incluso aves grandes,
como cálaos.
Esta águila fue nombrada ave nacional de Filipinas
en 1995 por el presidente Fidel V. Ramos, allí se la conoce simplemente como águila filipina.
Se reproducen entre septiembre y febrero,
dependiendo de las lluvias, la disponibilidad de presas y la isla en la que
viven. Ponen un solo huevo que incuban durante 58 a 68 días.
Cuando nace un polluelo, al año siguiente no cría
(lo cual es una de las razones de que se encuentre en peligro extinción), ya
que en los siguientes 20 meses los padres cuidan a las crías; sin embargo, si
no nace la cría o ésta muere temprano, al siguiente año intentarán criar otra
vez.
Ambos padres participan en la incubación, aunque la
hembra incuba la mayor parte del día y toda la noche. También son ambos padres
los que ayudan a alimentar a la cría. Además, hasta que la cría tiene unas 7
semanas de edad, se turnan para protegerlo del sol y la lluvia.
El joven aguilucho volará por primera vez a los 4 o
5 meses.
La hembra madura sexualmente a los cinco años de
edad y el macho a los siete.
Sus nidos son estructuras enormes que construyen en
las ramas de los árboles. Estos son construidos por parejas que estarán juntas
toda la vida, ya que son monógamos. Sin embargo, si un ave de una pareja muere,
el otro buscará una nueva pareja para reparar la pérdida.
Su vientre es de color blanco cremoso, mientras que
su espalda es de color marrón. Con las alas algo más oscuras y con plumas color
crema intercaladas. Las largas plumas de la cabeza y nuca, que le confieren un
aspecto curioso cuando las mantiene desplegadas, son de color crema con una
franja a todo lo largo de color marrón. Al desplegar estas plumas le dan un
aspecto de animal más robusto y grande en general; en cambio, cuando tiene las
plumas plegadas, destaca su gran pico de color negro, al igual que el resto de
la cara.
Los pollitos son más blancos, y los ejemplares
jóvenes se asemejan a los adultos, aunque con márgenes blancos en las plumas de
la espalda y de las alas.
Una característica que se puede apreciar en esta
ave nada más verla es, sin duda, que se trata de una rapaz perfectamente
preparada para matar presas relativamente grandes. Su pico, aunque estrecho, es
muy grande y fuerte, con la forma característica de las águilas que le permite
atrapar a las presas con su forma de gancho. Sus patas también son grandes y
fuertes, de color amarillo, con grandes y poderosas garras de color negro de
las que sin duda, una presa lo tiene muy difícil para escapar.
Su vuelo es rápido y ágil, asemejándose más al de
los pequeños halcones que al de las grandes aves de presa.
Suelen cazar solas, aunque se han observado parejas
cazando juntas. En este caso uno de los dos actúa como señuelo, captando la
atención del grupo de monos en este caso, mientras que el otro ejecuta un
ataque sorpresa por la parte trasera del grupo.
Cada pareja necesita un área de entre 65 y 130
kilómetros cuadrados.
Entre otras cosas, esta especie es importante, ya
que puede actuar como un indicador de la salud de los ecosistemas forestales de
Filipinas, y por su importancia cultural para los pueblos indígenas dentro de
su gama.
La hembra del águila filipina tiende a ser entre un
10 y un 20% más grande que el macho, a diferencia de otras especies. Las
hembras pueden llegar a medir hasta un metro, pesar 7 kilos y tener una
envergadura de más de dos metros, lo que las convierte en las rapaces más
grandes del mundo. Su longevidad es de 30 a 60 años, más en los ejemplares que
viven en cautividad.
En 1940 se podían encontrar en las zonas selváticas
de Luzón, Samar, Leyte y Mindanao. Donde se ha calculado que originalmente
vivían unas 6.000 de ellas. Nada comparable al número actual, que puede rondar
los 370 ejemplares, repartidos únicamente por las islas de Mindanao, donde
habitan unos 300 ejemplares, y Luzón, en la que están casi extintas.
Esta ave se encuentra en estado crítico de
extinción, por ello se ha creado ya la Fundación de conservación del águila monera o filipina.
Si el irrevocable paso que da una especie de la
rareza a la extinción deja un agujero en el entramado de nuestro planeta, ¿cómo
será de grande el vacío que deje la desaparición del águila monera?
La pérdida de esta ave magnífica robaría al mundo
parte de su majestuosidad. Esta águila planea por su único hábitat, los bosques
lluviosos de Filipinas, con sus potentes alas de dos metros de envergadura,
orientándose con inesperada precisión por el enmarañado dosel de la selva. Sin
embargo, las mismas adaptaciones evolutivas que hacen de esta águila un ave
soberbia, la convierten también en una de las rapaces más amenazadas del
planeta. En el archipiélago de las islas Filipinas, su único hogar, no hay
tigres, leopardos, osos o lobos que compitan por las presas, por lo que el
águila monera se convirtió, por defecto, en la reina del bosque lluvioso.
Expandiéndose para ocupar un nicho ecológico vacío, creció hasta alcanzar su
gran tamaño.
En 1976 se inauguró un centro de rehabilitación
para águilas filipinas confiscadas en el Parque Nacional Monte Apo, distante 37
kilómetros de Davao bajo el auspicio de la Oficina de Desarrollo de los
Bosques.
Durante 14 años los esfuerzos para criarlas en
cautividad fueron infructuosos, ya que no se tenía el equipo o los
conocimientos adecuados. Además no ayudaba que no fueran nada sociales. En dos
ocasiones, las hembras mataron a los machos. Y cuando se lograba aparearlas,
los huevos no eran fértiles y los polluelos no llegaban a nacer.
El 15 de enero de 1992 nació el primer polluelo en
cautividad en todo el mundo, al que pusieron el nombre de Pag-Asa. Una de las
mejores temporadas de cría fue la de 2000/01, en la que nacieron dos
ejemplares. En total, 9 de las 23 águilas del centro nacieron en él.
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