SOCIEDAD Y CULTURA

Revista El Magazín de Merlo, Buenos Aires, Argentina.



viernes, 19 de septiembre de 2025

SEPAMOS MÁS de NUESTROS ANCESTROS: Llevaba 5.300 años muerto, el misterio del Ötzi, el “hombre de hielo”

 

Ötzi, como lo bautizó la prensa por los Alpes de Ötztal donde fue hallado, era la momia mejor conservada de forma natural del mundo. Medía 1,59 metros, pesaba 50 kilos, tenía el pelo castaño y los ojos marrón oscuro. Su cuerpo, además, estaba cubierto de tatuajes. Pronto se descubriría también que el Hombre de Hielo –como también se lo llamó– no había muerto de forma natural, sino que fue víctima de un asesinato perpetrado hacía más de cinco milenios.



En 19 de septiembre de 1991 un matrimonio de montañistas encontró un cadáver congelado y avisó a la policía creyendo que se trataba de un alpinista perdido el año anterior. Cuando se analizó el cuerpo, que estaba en perfecto estado de conservación, se hizo un descubrimiento increíble: el hombre, que tenía 61 tatuajes en su piel, llevaba 5.300 años muerto y había sido asesinado de un flechazo y un golpe en la cabeza.

Pasado el shock inicial, los escaladores alemanes Helmut y Erika Simon no tuvieron dudas de que el hombre que yacía boca abajo, con un brazo extendido, estaba muerto, pero jamás imaginaron que acababan de hacer un descubrimiento trascendental para la ciencia. 



Ni lo soñaron. La tarde del 19 de septiembre de 1991 estaba cayendo y habían alcanzado los 3.120 metros de altura en los Alpes de Ötztal, cerca de la frontera entre Italia y Austria. Pensaban seguir subiendo cuando se toparon con el cuerpo. Creyeron que se trataba de un alpinista desaparecido el año anterior y, por las dudas, no tocaron nada. El cadáver congelado estaba en muy buenas condiciones de conservación, semienterrado en la nieve y el hielo. Por eso pensaron que se trataba de un muerto reciente y se apresuraron a descender por la ladera del Finialspitze hacia el refugio de montaña más cercano para avisar a las autoridades.

Cuando llegaron ya había oscurecido, de modo que hubo que esperar hasta el día siguiente para que un equipo de la policía austríaca fuera al lugar en helicóptero. Uno de los agentes intentó liberar el cuerpo del hielo con una perforadora neumática, pero no pudo. En cambio, durante el intento le atravesó la cadera izquierda y desgarró parte de la ropa. El rescate del cuerpo demoró tres días, durante los cuales, al correrse la voz del hallazgo, fueron al lugar varios montañistas curiosos, algunos de los cuales burlaron la vigilancia policial y se robaron algunos objetos que estaban cerca del muerto. A nadie se le ocurrió pensar que el difunto llevaba más de cinco mil años ahí.

El primero en notar algo extraño fue uno de esos curiosos, el alpinista austríaco Reinhold Messner, cuando descubrió que cerca del cadáver había un hacha rústica y un arco de madera, objetos que ningún montañista llevaría consigo en una excursión. Además, la piel del cadáver estaba tan curtida como el cuero. No podía ser un muerto reciente. Entonces les dijo a los integrantes del equipo de rescate que tuvieran cuidado, que ese hombre no era el montañista desaparecido el año anterior, sino alguien mucho más antiguo.

Por eso, cuando finalmente el cuerpo pudo ser liberado del hielo y trasladado en helicóptero hasta el Instituto Forense de Innsbruck, en Austria, la policía científica convocó al Konrad Spindler, director del Instituto para la Prehistoria. Solo tuvo que hacer un examen superficial del cuerpo para confirmar que estaban frente a una momia natural de larga data. Estudió e hizo analizar el cadáver y los objetos encontrados alrededor. El hacha era una hoja de metal en forma de cuña, unida con una cuerda a un mango curvo de madera de tejo, y había sido fundida con rebordes en sus cuatro lados. Estableció que el hacha podía datar de la Edad de Bronce, unos 2.000 años A.C. Pero una especie de mochila de corteza de árbol y el arco podían ser todavía más antiguos.

Había alcanzado los 3.120 metros de altura cuando un certero flechazo le entró por la espalda a la altura del omóplato izquierdo y lo derribó. Tal vez haya muerto al golpearse la cabeza contra una roca al caer o, quizás, sus perseguidores lo remataron en el suelo al darle alcance. Allí Ötzi quedó, momificado de manera natural por la nieve y el hielo.

 

 

 

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