Si sentir estrés habitualmente es una situación que te resulta ajena, lo que te distingue de personas menos afortunadas quizá sea el tamaño de tu cerebro. Es lo que sugiere un estudio científico que ha evaluado el órgano de 2.200 voluntarios jóvenes y de mediana edad -la media fue de 48 años-. Según el trabajo, las personas con estrés crónico tienden a tener un órgano más pequeño. Y no solo eso. La investigación no explica si la relación es una causa o un efecto de la tensión constante, si es que es alguna de las dos cosas, pero sí señala que es especialmente notable entre las mujeres.
El cuerpo humano responde al estrés produciendo distintas hormonas, pero la huella que los científicos suelen buscar en la sangre para detectarlo es la que deja el cortisol. El cortisol es absolutamente necesario para la vida porque la tensión que produce predispone al organismo a responder rápidamente ante una situación de alerta. Pero la mejora de la capacidad de reacción se limita a momentos puntuales.
Si el nivel se mantiene elevado durante mucho tiempo, si el estrés se cronifica, la respuesta hormonal deja de ser beneficiosa y se convierte en un problema. El estudio, publicado en la revista Neurology, relaciona los niveles más altos de cortisol con el volumen cerebral más pequeño y también con el daño en algunas funciones cognitivas.
Resonancias magnéticas y pruebas psicológicas
Para alcanzar sus conclusiones, los académicos han analizado los cerebros de los participantes en el estudio Framingham, que forman parte de la tercera generación de una población de Boston en la que los científicos estudian la relación entre la salud y el estilo de vida. Lo hacen desde los años cuarenta del siglo pasado.
Los investigadores analizaron imágenes obtenidas con escáneres de resonancia magnética e hicieron pruebas cognitivas a los sujetos para evaluar su memoria, su capacidad de razonamiento abstracto, su percepción visual, atención y función ejecutiva, un concepto que recoge distintas habilidades que se complementan para alcanzar las metas futuras. Aparte de las diferencias en el volumen cerebral, los científicos detectaron daños en la microestructura de la materia blanca en varias regiones del órgano maestro del organismo, especialmente en el cuerpo calloso, que conecta los dos hemisferios cerebrales.
“La materia blanca -un tejido compuesto de fibras nerviosas que comunican las distintas partes del cerebro- está altamente correlacionada con la velocidad de procesamiento, que a su vez está asociada sólidamente con una mayor habilidad cognitiva en general”, explican los autores en el artículo. “La disrupción de la transferencia de información debida al daño en la materia blanca podría explicar parcialmente las deficiencias en las habilidades cognitivas asociadas a mayores concentraciones de cortisol”, añaden.
Entre las facultades que los investigadores han visto perjudicadas destaca la memoria, ese recurso tan preciado para los opositores. No es una novedad; los episodios de estrés ya habían sido relacionados con una menor capacidad de evocar los recuerdos anteriormente, pero no así los cambios en el volumen cerebral que proponen los investigadores… y esos son mucho más difíciles de corroborar. De momento solo es una hipótesis y, si bien otros estudios parecen apuntar en la misma dirección, estos trabajos aún son muy pocos. Eso sí, si existiese la relación que los científicos describen entre el cortisol, el estrés y la estructura cerebral, las implicaciones serían muy importantes: puede que los cambios estructurales del órgano sirvieran para predecir el desarrollo de algún tipo de demencia en la vejez.
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