Según
la investigación, la red campesina alimentaria, compuesta por “los productores
de pequeña escala, muchas veces familias encabezadas por mujeres, que incluyen
agricultores, pastores y criadores de ganado, cazadores, recolectores,
pescadores y productores urbanos y periurbanos”, es responsable de alimentar a
la gran mayoría de la humanidad.
ETC calcula que alrededor del 70 % de la
población, entre 4500 y 5500 millones de personas de los 7500 millones de
habitantes, acude a la red alimentaria campesina para obtener la mayor parte o
todos sus alimentos. “Los campesinos son los principales —y en ciertos casos
los únicos— proveedores de alimentos para más del 70 % de la población del
mundo, y producen esta comida con menos del 25 % de los recursos —agua,
suelo, combustibles— empleados para llevar la totalidad de los alimentos a la
mesa”, señalan en su informe.
El cálculo del 70 % del Grupo ETC
era controvertido en 2009 cuando fue formulado por primera vez, pero ahora es
ampliamente aceptado por los funcionarios del sistema de Naciones Unidas, por
la academia e incluso por actores en el sector industrial.
En contraste, la cadena alimentaria
agroindustrial, definida por la organización como “una secuencia lineal de
eslabones” que van desde los insumos para la producción hasta lo que se consume
en los hogares (genética vegetal y animal, agrotóxicos,
medicina veterinaria,
maquinaria agrícola, traslado y almacenamiento, procesamiento, empacado, venta
a granel, venta minorista y finalmente la entrega a los hogares o
restaurantes), se caracteriza por su ineficiencia al utilizar “más del
75 % de los recursos agropecuarios del mundo” para solo proveer “de comida
a menos del 30 % de la población mundial”.
Pero esto no quiere decir que la cadena
alimentaria agroindustrial produzca poca comida: “La cadena agroindustrial
produce cantidades inconmensurables de comida. ¿Cómo es que alimenta a menos
del 30 % de la población mundial? Parte de la respuesta es que la cadena
cosecha calorías que no se destinan directamente a la población”, denuncia la
organización.
Por ejemplo:
• El 44 % de las calorías que
produce la cadena agroindustrial se pierden en la producción de carne. (Aunque
la mitad de todas las calorías cosechadas por la cadena se convierten en
forrajes para el ganado, sólo el 12 % llega a la población en la forma de
carne y lácteos).
• Otro 9 % de las calorías de los cultivos industriales se usan en la
producción de agrocombustibles o productos no alimentarios.
• Al menos el 15 % de las calorías cosechadas por la cadena agroindustrial
se pierden en el transporte, el almacenamiento y el procesamiento.
• Aproximadamente el 8 % de las calorías de la cadena terminan en los
botes de basura.
Hasta aquí, el 76 % del total de
calorías que produce la cadena se desperdician antes de llegar al plato, de
modo que sólo el 24 % de ellas son consumidas directamente por la
población. Además, se estima que una cuarta parte de la comida que se ingiere
(en peso) es consumo excesivo que ocasiona enfermedades. Si calculamos que al
menos el 2 % de las calorías que vienen de la cadena agroindustrial dañan
la salud, resulta que 78 % de la producción de la cadena agroindustrial
alimentaria se desperdicia y solamente el 22 % nutre verdaderamente a las
personas. “La cuestión de fondo es que al menos 3900 millones de personas
padecen hambre o mala nutrición porque la cadena agroindustrial es demasiado
complicada, costosa y —después de 70 años— simplemente incapaz de alimentar al
mundo”, sentenció ETC Group.
Algunas conclusiones rápidas que se
desprenden de estas cifras es que al agromodelo dominante no tiene como
objetivo producir alimentos, sino más bien commodities. La agricultura en el
mundo capitalista está directamente relacionada con la ganancia y su relación
con la alimentación de las personas es solo indirecta. Otro aspecto que se
podría deducir de esto es que la agricultura campesina genera mayor cantidad de
alimento por área de producción.
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