Lo afirmó Martín Díaz Zorita, docente e investigador de la Universidad
de La Pampa y especialista en fertilización de suelos. “Nos falta humanizar la
toma de decisiones”, enfatizó. Y remarcó la necesidad de más estudiantes
apostando a ser agrónomos.
El concepto de “brechas de
rendimiento” no es nuevo en el agro. Incluso, el actual
presidente del Instituto
Nacional de Tecnología Agropecuaria, Nicolás Bronzovich, aseguró
en el último Simposio
Fertilidad: “Ya no me preocupan; me duelen”.
Razón por la cual la tesis principal y repetida escalonadamente desde la
cúpula de Fertilizar
Asociación Civil en aquella ocasión en Rosario fue el de la
necesidad de incrementar el uso de fertilizantes para
los suelos, los cuales, advirtieron también al unísono, se encuentran en una
situación al menos inquietante.
Pero más allá del mensaje instalado, y de la decisión de cada productor
a la hora de invertir -o no- en nutrientes para sus cultivos, el asunto podría
también mostrar la falta de
asesoramiento a la hora
de realizar una estrategia.
Más allá de lo que arroje la calculadora por el costado impositivo, lo
que se estime en pronósticos climáticos y se vislumbre en materia de precios
internacionales, uno de los
analistas invitados al Simposio remarcó la necesidad de “humanizar” este
momento crucial.
Y en ese sentido, encendió una luz de alerta importante, teniendo en
cuenta que se trata del sector más dinámico de la economía: “En el campo faltan ingenieros agrónomos”.
Se trata de Martín Díaz Zorita, docente e investigador de la Universidad
Nacional de La Pampa. Fue uno de los encargados de sentar las bases analíticas
del por qué de
la necesidad de incrementar en la fertilización y en muchos casos readaptar los
suelos, en muchos
casos muy degradados.
SEMBRAR CONOCIMIENTO, CON MÁS AGRÓNOMOS
Infocampo dialogó
unos minutos con el académico, quien además de reforzar este mensaje, ahondó
también en la manera de instrumentar una solución y jerarquizó el rol de la educación vinculada al
sector agropecuario.
-¿Por qué hablaste de “bombas” en el agro?
-Fue para
llamar la atención acerca de las cosas que creemos que hacemos bien, y que en
realidad son oportunidades de mejora. Muchas veces decidimos no fertilizar o no
lo hacemos de forma adecuada, porque consideramos que el aporte es indistinto,
es colocar un fertilizante y tener una respuesta, cosa que se hace en el país
porque casi el 90% de los cereales se fertiliza, o el 70% de la soja se
fertiliza. Con eso podríamos decir estamos bien, pero hay mucho para mejorar.
Hoy la fertilización en Argentina tiene una diferencia del 17% a qué es lo que
podríamos alcanzar en términos de rendimiento con lo que lograríamos haciéndolo
un poquito diferente.
-¿Cuál es el cuadro de situación?
-Lo de las
bombas pasa por el sentido de que primero hay que reconocer que estamos hoy
transitando suelos con niveles insuficientes en la disponibilidad en la oferta
de muchos nutrientes. Entonces, hablamos en plural, más de un nutriente y
hablamos de un problema o una situación particular. Hoy la nutrición es
insuficiente para que los cultivos puedan expresar en rendimiento la cantidad
de agua que transpiran todos los años. El agua está, nos faltan los nutrientes.
La otra bomba es entender que el diagnóstico es más complejo, es ver cuáles son
y que en esa decisión el diagnóstico tiene que involucrar al cultivo.
¿Por dónde debería empezar a trabajarse en la solución a esto? ¿En el
convencimiento a los productores o a pedir políticas públicas al respecto?
-La salida de
la situación es el transitar la situación, y es una situación que requiere ser
transitada en forma acompañada. Algunos productores necesitan acompañamiento
estratégico. Otros, acompañamiento profesional. Hoy lo que nos están faltando
son ingenieros agrónomos en el campo acompañando la toma de decisiones y la
planificación desde el origen, no desde la aplicación.
-¿Qué sucede hoy?
-Planificamos
los cultivos de invierno y después consultamos al agrónomo. Es en muchos casos,
no es en la generalidad.
-¿Y lo ves en todas las zonas del país o en determinadas regiones?
-En todo el
país. La cantidad de profesionales de la agronomía que se gradúan en nuestras
universidades tiene una iniciación laboral muy rápida. Por lo tanto, hay
demanda de ingenieros agrónomos. Esa demanda se cubre en sectores de la
industria, en servicios generales, pero muy pocos en sectores de asesoramiento,
por miles de razones. La principal razón que uno puede encontrar es una relación
“costo beneficio” asociada a la formación profesional que requiere de
profesionales que se dediquen a esa estrategia de planificación. Hoy nos faltan
estudiantes. Hoy la profesión de ingeniero agrónomo se ve limitada en su salida
laboral, pero no porque no haya oportunidades, sino porque hay otras cosas que
son más atractivas.
-¿Cuáles?
-No quiero
denigrar o exponer a nuestra profesión, pero hay que madrugar, hay que tomar
frío o tomar mucho calor, andar muchos kilómetros, ensuciarnos, embarrarnos y
muchas veces (NdR: “perdernos”) un sábado, un domingo y el cumpleaños de mis
hijos o el mío. Entonces, esas situaciones se dan porque los cultivos crecen
todo el año en distintos escenarios y nuestro paciente, nuestro objetivo está
ahí y hay que hacerlo. Hoy necesitamos a acercarnos a la toma de decisiones en
modos más profesionales, específicos.
-¿Qué se vio en el Simposio en ese sentido?
-El Simposio
tuvo mucho espacio de trabajar en agricultura de precisión, inteligencia
artificial y big data, tres mundos que son indispensables para mejorar pero que
no son únicos porque hace falta una persona que pueda articular todo eso y
acompañar a la diversidad de productores. La idiosincrasia de los productores
es diversa y en esa diversidad necesitamos personas, no máquinas, que puedan
interpretar esa diversidad y dar la mejor solución para cada uno.
-De cara al futuro y de acuerdo a cómo avanza el agronegocio, ¿cuáles
son las áreas de la educación a las cuales el campo les dará mayor espacio?
-Es complejo de
definir y hablar en plural o identificar la herramienta para cada región en
cual hace falta. Lo que necesitamos es formación de profesionales con una
capacidad flexible, que sean extremadamente curiosos, pero con mucha memoria,
porque hoy en fertilidad de suelos nada de lo que estamos diciendo que nos
falta es algo que se desarrolló en los últimos 3 años. Estamos mostrando bases
funcionales en la toma de decisiones estudiadas, escritas y validadas por lo
menos hace 12 o 15 años. Mucho lo que nos hace falta es interactuar,
correlacionar, interrelacionar, integrar y por sobre todas las cosas humanizar
la toma de decisiones. Porque al fin del día el empresario, el productor, la
sociedad, somos personas.
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