En 1696, el Rey Guillermo III de Inglaterra, en apremiante necesidad de recursos adicionales, introdujo un impuesto sobre la unidad de vivienda que gravaba la cantidad de ventanas de una morada. El impuesto fue diseñado como un impuesto sobre la propiedad, tal como se deduce del debate en la Cámara de los Comunes en 1850:
“El impuesto sobre la
ventana, cuando se lo concibió, no tenía intención de tributar una ventana sino
una propiedad, ya que se consideraba que una casa era una estimación segura del
valor de los bienes de una persona, y se suponía que la cantidad de ventanas
era un buen índice del valor de la casa” (HCD, 9 de abril de 1850).
En su forma inicial, el impuesto consistió en una tasa única de 2 chelines por cada casa y un cargo adicional de 4 chelines sobre casas que tenían entre 10 y 20 ventanas, u 8 chelines sobre casas que tenían más de 20 ventanas. La estructura tarifaria se fue enmendando a lo largo de los años; en algunos casos, las tasas crecieron significativamente. En respuesta, los dueños de las moradas intentaron reducir sus facturas de impuestos tapando ventanas o construyendo casas con muy pocas ventanas.
En algunas viviendas había pisos enteros sin ventanas, lo que causaba efectos adversos muy graves para la salud. En un caso, la falta de ventilación causó la muerte de 52 personas en el pueblo circundante, según el informe de un médico local que fue llamado a una casa ocupada por familias pobres:
“Para reducir el impuesto sobre la
ventana, todas las ventanas de las que todavía podían prescindir los pobres
habían sido clausuradas, y por lo tanto se eliminaron todas las fuentes de
ventilación. El olor dentro de la casa era sobrecogedor y nauseabundo hasta un
extremo insoportable. No había ninguna evidencia de que se hubiera importado la
fiebre a esta casa, sino que más bien se propagó de la misma a otras partes del
pueblo, y 52 moradores murieron” (Guthrie 1867).
La gente protestó y presentó
numerosas peticiones ante el Parlamento. Pero a pesar de sus efectos
perniciosos, el impuesto duró más de 150 años, hasta que fue finalmente
revocado en 1851.
Para la mayor parte de las familias,
el impuesto sobre la ventana representaba una suma sustancial. En Londres,
oscilaba entre aproximadamente el 30 por ciento del valor de renta en “casas
más pequeñas de la calle Baker” hasta el 40 al 50 por ciento en otras calles,
según un debate en la Cámara de los Comunes de 1850 (HCD, 9 de abril de 1850).
El impuesto era particularmente oneroso para familias pobres que vivían en
conventillos, donde los tasadores tributaban el impuesto a los residentes en
forma colectiva. Por lo tanto, si un edificio contenía 2 apartamentos, cada uno
de ellos con 6 ventanas, el impuesto se cobraba sobre 12 ventanas. En contraste,
en las casas muy grandes de los ricos, el impuesto normalmente no excedía del 5
por ciento del valor de renta.
La tasa de impuestos sufrió varios
cambios importantes antes de ser finalmente revocada. En 1784, el Primer
Ministro William Pitt aumentó las tasas tributarias para compensar la reducción
del impuesto sobre el té. Después, en 1797, la Ley de Triple Tributo de Pitt
triplicó la tasa tributaria para ayudar a financiar las guerras napoleónicas.
Al día siguiente de esta nueva ley, los ciudadanos cubrieron miles de ventanas
y escribieron con tiza en los espacios cubiertos: “Ilumina nuestra oscuridad,
¡te rogamos oh Pitt!” (HCD, 24 de febrero de 1848).
Inglaterra y Escocia estaban sujetas
al impuesto sobre la ventana, pero Irlanda estaba exenta debido a su estado de
pobreza. Un miembro del Parlamento bromeó: “Al abogar por la extensión del
impuesto sobre la ventana a Irlanda, el honorable caballero parece haber
olvidado que una ventana inglesa y una ventana irlandesa son cosas muy
distintas. En Inglaterra, la ventana es para dejar que entre la luz; pero en
Irlanda, la ventana se usa para dejar que se vaya el humo” (HCD, 5 de mayo de
1819).
El impuesto sobre la ventana, dicho
sea de paso, era considerado una mejoría con respecto a su antecesor, el
impuesto sobre el hogar. En 1662, Carlos II (después de la Restauración) impuso
un tributo de 2 chelines sobre cada hogar y estufa en Inglaterra y Gales. El
impuesto generó una gran indignación, sobre todo por el carácter entrometido
del proceso de tasación. Los “chimeneros”, como llamaban a los tasadores y
cobradores de impuestos, tenían que entrar en la casa para contar la cantidad
de hogares y estufas. El impuesto sobre la ventana, en contraste, no exigía
acceso al interior de la morada; los “mirones de ventanas” podían contar los
vanos desde el exterior sin invadir la privacidad del hogar.
- no pagaba impuestos si la casa tenía menos de
10 ventanas;
- pagaba 6 peniques por ventana si la casa tenía
entre 10 y 14 ventanas;
- pagaba 9 peniques por ventana si la casa tenía
entre 15 y 19 ventanas;
- pagaba un chelín por ventana si la casa tenía
20 ventanas o más.
Los
propietarios que compraban una 10a ventana, por lo tanto, pagaban un impuesto
de 6 peniques sobre la 10a ventana y también sobre las 9 ventanas restantes,
que antes eran libres de impuestos. O sea, el impuesto total sobre la 10a
ventana era de 60 peniques, equivalente a 5 chelines. Si el impuesto sobre la
ventana distorsionara las decisiones tributarias y llevara a una carga
excedente, podríamos esperar que muchas casas tuvieran 9, 14 ó 19 ventanas,
pero muy pocas con 10, 15 ó 20. A continuación se ensaya esta hipótesis.
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