En la Patagonia norte hay cada vez más torres de perforación y menos
plantas de manzanas y peras. Un estudio realizado en la FAUBA halló que, en 10
años, el área destinada a extraer hidrocarburos creció un 178%, y la frutícola
cayó un 25%.
El Alto Valle del Río Negro es una de
las principales regiones
frutícolas de la
Argentina. Pero en la última década, en la zona también creció la producción de hidrocarburos de la mano del megaproyecto Vaca Muerta.
Por eso, un trabajo hecho en la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA) analizó el cambio en el área destinada a cada
actividad en la localidad patagónica de Allen.
Entre 2010 y 2020, la superficie hidrocarburífera aumentó un 170%,
mientras que la frutícola se redujo un 25%. Indican que las políticas públicas incentivaron al sector energético
mucho más que al alimentario.
“El Alto Valle
del Río Negro se encuentra al norte de la Patagonia y es una importante zona frutícola. Aporta al
empleo de la región y a las exportaciones nacionales”, comentó Juan
Ignacio Azpitarte, reciente egresado de la Licenciatura en Economía y
Administración Agrarias de la FAUBA.
Sin embargo, hoy la
actividad está atravesando una crisis estructural. “Disminuyeron la superficie y la cantidad de
explotaciones dedicadas a producir peras y manzanas. Cayeron sus precios
internacionales, sus exportaciones, su rentabilidad”, agregó.
“Además, en la última década, la actividad hidrocarburífera creció en la región como parte del
megaproyecto Vaca Muerta. Se
comenzaron a extraer hidrocarburos no convencionales mediante la técnica
del fracking”, señaló Azpitarte.
VACA MUERTA Y EL DESPLAZAMIENTO FRUTICOLA
Para saberlo, el especialista analizó cuánto cambió la superficie destinada a cada actividad entre los años
2010 y 2020.
“Me enfoqué en
Allen, una localidad del Alto Valle, donde hay una gran interacción entre la
fruticultura y la extracción de hidrocarburos”, destacó Azpitarte.
En el trabajo se detectó
un descenso de la fruticultura: de 6.545 ha a 4.870 ha, una disminución del 25,6%. Al mismo tiempo, el
área destinada a extraer hidrocarburos creció de 42 ha a 114 ha; un aumento del 178%.
“De estas 72
hectáreas nuevas, 33 eran tierras frutícolas y 21 eran frutales
abandonados o con otras actividades agropecuarias”, destacó.
“Esto nos hizo pensar que la crisis frutícola y otros factores
influyeron en el cambio en el uso del suelo de la zona, además del crecimiento
de Vaca Muerta”, reflexionó Azpitarte. Por eso, también decidió estudiar el rol del Estado respecto de
ambos sectores.
UN PAISAJE DIFERENTE EN EL ALTO VALLE
María Marta Di Paola, docente de la FAUBA y directora
del trabajo de Azpitarte, resaltó que las políticas públicas destinadas al
sector energético fueron más estructurales y constantes en el tiempo, y generaron
condiciones favorables para su desarrollo.
“En cambio, las
dirigidas al sector frutícola fueron de corto plazo y reactivas a la emergencia agropecuaria, y
no lograron frenar su retroceso”, señaló.
La docente advirtió que observaron un modelo de desarrollo desigual en el que se prioriza la
producción de energía por sobre la de alimentos. “Esto está reconfigurando el territorio del Alto
Valle del Río Negro, su economía y sus relaciones sociales”.
“Hace años que estudio la transformación de la Argentina como un polo
energético a partir del avance de Vaca Muerta —dijo Di Paola—. Es muy impresionante ver las torres de fracking entre
campos frutícolas. Nuestro trabajo abarca desde el 2010 hasta el 2020, ya que
en 2013 se firmó el acuerdo YPF-Chevron que dio entrada a la técnica del fracking en
la Argentina”.
MICROFRACTURAS, GRANDES CAMBIOS
El fracking se utiliza para extraer hidrocarburos no
convencionales; es decir, gas y petróleo atrapados en rocas impermeables o
semipermeables, de difícil acceso.
La técnica consiste en
realizar perforaciones verticales y horizontales, e inyectar cantidades grandes
de agua, químicos y arena a
presión para generar microfracturas.
Junto con otros docentes y estudiantes de la FAUBA, Di Paola investiga
los diversos impactos de la expansión de la extracción de hidrocarburos en
la fruticultura del
Alto Valle.
“El objetivo
del proyecto es responder si el fracking está desplazando a la
producción frutícola”, agregó.
Para cerrar, indicó que van a evaluar si la tendencia que observaron continuó en los últimos cinco
años, además de otros impactos del sector energético en el alimentario.
“En su rentabilidad, en el empleo que genera y en sus condiciones
ambientales. En cómo
lo viven los habitantes de ese territorio”, finalizó.
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