SOCIEDAD Y CULTURA

Revista El Magazín de Merlo, Buenos Aires, Argentina.



viernes, 5 de diciembre de 2025

¡QUE DATO! Los límites de la MENTE HUMANA , ¿se puede moldear el CEREBRO?

 

En La Fórmula Podcast, el divulgador científico Ignacio Crespo, explicó cómo la neuroplasticidad permite moldear el cerebro a través de la disciplina, el aprendizaje y las experiencias. Además, destacó la importancia de tres hábitos clave para mantenerlo sano y activo.



En un nuevo episodio de La Fórmula Podcast, el médico y divulgador científico Ignacio Crespo reflexionó sobre la capacidad que tenemos de moldear nuestro cerebro mediante la disciplina, el aprendizaje y las experiencias. Señaló que la neuroplasticidad es la base de este proceso y remarcó que, aunque el cerebro no es perfecto, justamente en esa imperfección reside su poder de adaptación.

Además, compartió su mirada personal sobre la gestión de las emociones, la memoria y la identidad. Contó cómo atravesar momentos difíciles lo llevó a redescubrir la importancia de cuidarse, cultivar hobbies y mantener una disciplina consciente.

Ignacio Crespo es un médico de formación que se reinventó como divulgador científico: combina artículos y columnas, podcast y apariciones en radio y televisión para acercar la ciencia al público general. Coordina la sección de ciencia y firma reportajes en La Razón Ciencia, presenta el podcast Noosfera y ha dirigido formatos como Serendipias en la Cadena SER; además es autor de Una selva de sinapsis y participa como director de contenidos en la plataforma educativa Amautas, ofreciendo conferencias y contenidos divulgativos.

— Hay algo que a mí me impresiona mucho del cerebro y es la velocidad con la que a veces asume o interpreta una realidad. Y cómo a veces cuando le falta información, termina rellenándola con cosas que tal vez no sabe. Y esto puede llevarnos hasta incluso a crear memorias que nunca pasaron.

 El cerebro no es perfecto y no puede serlo, porque no surge para descubrir la realidad. El cerebro surge, a través de selección natural para sobrevivir. Incluso el “para” es conflictivo, porque no hay nada que dirija la evolución de los seres vivos y diga: “Vamos a acabar aquí”, como un cerebro que te permita sobrevivir. Pero es lo que se ha seleccionado, el cerebro que era capaz de encontrar patrones en la naturaleza,

anticiparse a esos patrones si eran peligrosos, porque había tal vez un felino que nos estaba acechando detrás de, de las plantas o lo que sea. Entonces, ese cerebro, como ha tenido que desarrollar algunas habilidades básicas para llegar a esa supervivencia, como puede ser reconocimiento de patrones, anticipación, pensamiento lógico, comunicación... 

Esas habilidades han tomado control de alguna manera, porque lo que era simplemente por supervivencia, empezó a tener otras funciones. Nuestra comunicación, que tal vez al principio era solamente para decir: “Oye, que ahí hay un peligro”, de repente empieza a tener una capacidad mayor, una potencialidad para comunicar cosas que incluso no están ahí. Y el cerebro se apaña como puede con eso. Ha conseguido desarrollar poemas preciosos, epopeyas, teorías tremendamente precisas, capaces de predecir la realidad con un margen de error equivalente a un cabello humano entre la distancia de Madrid y Nueva York. Unas teorías increíbles. Y eso, que es lo que decía, no era su propósito, no es para lo que se empezó a seleccionar. Así que es esperable que tenga errores. Errores con los que tenemos que lidiar.

La última pregunta que les hago a todos y es que me cuentes algo que en el último tiempo te sorprendió, te dejó pensando o tenés dando vueltas en la cabeza, lo que sea que quieras dejar acá para compartir.

— Estoy intentando tener muy presente dos cuestiones que tal vez no descubrí hace poco, pero sí que le he dado importancia hace poco. Y son sobre cómo interpretamos lo que otros hacen y lo que otros piensan. Porque creo que en general somos muy poco caritativos. Tendemos a hacer lo que se llama en psicología una atribución hostil de lo que otros hacen. Si por el motivo que sea nos ha cogido con el día cruzado y hay algo que hace otra persona y no nos gusta, posiblemente asumamos que ha sido a propósito, que ha sido con maldad, con mala intención. 

Por lo general, la gente es más torpe que mala. Y además, nosotros también tenemos ese sesgo por el que puede que interpretemos algo negativo que en realidad no lo era, ni siquiera, ya no era ni torpeza, era cuestión que estaba dentro de nosotros.

 El sesgo de atribución hostil está. Ser consciente de él ayuda a que, como decía hace un rato, cuando me encuentro con una de esas situaciones, luego lo tengo presente y digo: “Vamos a intentar forzar aquí una interpretación en la cual no iba esto con maldad”. Y vamos a partir de ahí, que luego hay gente que actúa con maldad, ¿eh? Y cuando te lo demuestran una tras otra, tras otra vez, pues tendrás que tomar cartas de la manera que sea. Apartarte de esa persona, tomar determinadas decisiones... Pero por lo general no es así.

Y creo que ayuda porque todos estamos con algunos días cruzados, que no somos demasiado caritativos en ese aspecto. Y el otro es que cuando discutimos temas relativamente profundos o temas que nos mueven mucho, y a mí son temas que me interesan, cuestiones como, la esencia de la realidad en sí misma, en ontología, en filosofía. O sea, el mundo es material, hay algo aparte de la materialidad o cuestiones de la religión.

Yo soy ateo, soy ateo militante, de hecho, y para mí es muy interesante entender la historia de las religiones, la filosofía de las religiones. Y cuando entramos en una de esas discusiones, es fácil que un argumento de la otra persona me parezca ridículo, facilón... Veo muy claramente los errores. Y ahí es cuando toca pararse y decir: “Las personas, por lo general, son más inteligentes de lo que creemos”.

Y si ha llegado a esta conclusión esta persona y otros tantos a lo largo de la historia, dudo mucho que esté omitiendo un error tan evidente que a mí me ha resultado claro en cuestión de segundos. Posiblemente, sea yo el que no esté entendiendo algo. Y eso no significa que la otra persona tenga razón. Tal vez está equivocada igualmente, pero el problema de su argumento es mucho más complejo. 

Y esto, llevado al día a día, sería, como conclusión, que cuando alguien te comunica algo que te parece una tontería y pasa a diario, de distintas maneras, es posible que no tenga razón, pero con casi toda seguridad, tampoco es tan tonto como tú crees. Una de las cosas que hago en ese tipo de situaciones, en lugar de intentar plantear mi argumento y confrontarlo con la otra persona bien ordenadito, con pasos lógicos y tal, es preguntar. Preguntar: “Oye, ¿y por qué piensas esto?” Y: “¿Por qué piensas esto otro?” Cuando parece que hay un desacuerdo muy evidente y podemos interpretar que la otra persona está diciendo algo que no tiene ningún sentido, es muy probable que se deba a que partimos de definiciones distintas de unos mismos conceptos, que estemos utilizando una palabra con sentidos distintos.

Entonces, a través de esas preguntas, creo que, por un lado, descubres eso y valoras de forma más justa a la otra persona y a su forma de interpretar el mundo y su conocimiento. Y, por otro, permites que la conversación sea mucho más amable, sea más de escucha y no solamente confortativa.

Nota completa en INFOBAE 5/12/2025-

 

 

 

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