SOCIEDAD Y CULTURA

Revista El Magazín de Merlo, Buenos Aires, Argentina.



viernes, 6 de septiembre de 2019

TENEMOS o NO TENEMOS ENERGÍA RENOVABLE en ARGENTINA-


En total, esos emprendimientos tienen la capacidad de generar unos 6130,9 MW, abastecer a 4,7 millones hogares, lograr la llegada de 7237 millones de dólares como inversión al sector e impulsar 9200 puestos de trabajo relacionados con la actividad.

En la actualidad, el país se posicionó como uno de los diez destinos más atractivos para invertir en la «ola verde«. A esta altura de 2019, la participación de las energías renovables en la provisión de la demanda de electricidad nacional llega a 4,8%. Pero, si bien el avance de ese índice se aceleró en los últimos tiempos, aún se está lejos del 12% de participación que la ley 27.191 fijó como meta a cumplir al último día de este año, cuando se estima que para entonces se llegará a 8%, el objetivo que debía haberse alcanzado en 2017.


Pese a los inconvenientes, la legislación redobló la apuesta ante los avances en el sector –sobre todo gracias a la inauguración de grandes parques sustentables– y estableció también que el 20% de la energía eléctrica nacional sea a base de fuentes renovables para el año 2025. Pese a la distancia de las estadísticas actuales con respecto a ese propósito, los últimos años han generado expectativas. Basta observar que entre 2002 y 2012 el porcentaje se había mantenido estancado en apenas 0,5% de la demanda eléctrica.

Juan Bosch, especialista en energías renovables y presidente de Saesa, empresa que comercializa gas y energía, confirma que hubo un gran progreso en esta industria. «Es una buena época para hacer un balance de lo que se propuso a comienzos de 2016. Se arrancó desde muy abajo, con 180 MW instalados, mientras que Uruguay tenía 1000 y Brasil, 7000, pero hoy estamos mucho mejor», destaca el experto.
¿Qué es ese «estar mucho mejor»? En concreto, hay 43 proyectos que ya están habilitados comercialmente (es decir, que están funcionando), que generan 1221 MW de potencia en 12 provincias argentinas y proveen de energía eléctrica a 900.000 hogares. Eso es parte de los 141 proyectos que hay en desarrollo: los 98 restantes, que agregarán 3567 MW, están en construcción (70 empezarán a funcionar antes de fin de año).
Según indican en la Subsecretaría de Energías Renovables, de los 206 proyectos que se licitaron desde 2016, hay 64 eólicos (con una capacidad de 3788,2 MW), 69 solares (2029,9 MW), 59 de bioenergías –es decir, biomasa, biogás y biogás de relleno sanitario– (280,7 MW), y 14 de pequeños aprovechamientos hidroeléctricos (32,1 MW).
Daniel Montamat, exsecretario de Energía, opina que 2019 será recordado como el año que marcará un quiebre con respecto a años anteriores. «Digo esto porque este año ingresan al sistema la mayoría de los proyectos del plan RenovAr 1.0 y RenovAr 1.5», argumenta el actual director del estudio Montamat & Asociados, en referencia a los programas por los cuales el Gobierno licita y adjudica obras para el abastecimiento de electricidad proveniente de fuentes renovables.
Para Bosch, el plan inicial se propuso instalar 10.000 MW en 10 años y eso no dependía del sector energético renovable, sino de la marcha de las finanzas y la economía en general. «No es solo un tema de buen diseño energético, sino de política de Estado, porque el que invierte en esto recupera su inversión recién en 20 años, por lo cual es crucial que haya confianza en el país», señala el especialista.
Para lograr este objetivo, Argentina se encuentra sostenida sobre tres pilares. Primero está el Programa RenovAr, que comprende los contratos firmados por el Estado para impulsar proyectos renovables y comprarles la energía a las empresas generadoras. Segundo, el mercado entre privados, que se lanzó a fines de 2017 y que implica que se puede comprar y vender energía sin intervención estatal. Y por último, la Ley de Generación Distribuida, que comenzó este año y que es la posibilidad de que cualquier usuario pueda producir energía renovable en su casa.
Andreas Keller Sarmiento, socio de la empresa Seeds Energy, que crea energía a partir de los residuos de la industria semillera de maíz y de la avícola, dice que lo bueno del plan RenovAr es que dio una estabilidad a largo plazo para los que quisieran invertir en energías alternativas. «Nosotros invertimos US$21 millones en dos plantas (una en Pergamino y otra en Venado Tuerto) y entramos en RenovAr 2 y la 3. Ahora, empezaron los contratos entre privados, pero son muy incipientes y aún no estamos en ese mercado», cuenta.
En tanto, Walter Lanosa, CEO de Genneia, firma que invirtió US$1200 millones para generar energía eólica y solar, comenta que en los últimos cuatro años el desarrollo de las energías renovables ha logrado el impulso necesario para convertirse en una alternativa competitiva y eficiente. «Genneia está convencida de que el desarrollo de las energías renovables logrará, en un futuro próximo, poner a nuestro país entre los más destacados de la región».
Para los especialistas, la energía renovable vino a poner a la Argentina en un lugar donde debía estar desde el punto de vista energético, que es la diversificación de matriz, con la incorporación de toda una industria relacionada. Es muy complejo avanzar, porque va de la mano de una estructuración financiera muy sofisticada, pero una vez que se logra, los beneficios económicos y ambientales son notables.
Un pantallazo sobre la realidad «verde» a nivel global muestra que la Argentina sigue retrasada, pero, de cumplir su meta para 2025, lograría ponerse a tono. Por ejemplo, un vecino como Chile tiene 18% de su matriz energética cubierta con renovables, mientras que más lejos China alcanza el 26%; Estados Unidos el 18%; Australia el 72% y Noruega el 99%.
Para llegar a la meta del 20% en 2025, harán falta por lo menos dos licitaciones más del RenovAr en los próximos tres años. Sin embargo, una de las mayores necesidades es la de ampliar la red de transporte, tanto en 500 kV como en 132 kV, para aumentar la cantidad de nodos con capacidad disponible y favorecer la inserción de las renovables en el sistema. Además, es sustancial que se fomente la participación de los ciudadanos, abaraten los costos y se resuelvan las burocracias administrativas. El camino de las renovables al país ya se está construyendo y los beneficios también vienen con nuevas responsabilidades.

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