SOCIEDAD Y CULTURA

Revista El Magazín de Merlo, Buenos Aires, Argentina.



sábado, 5 de noviembre de 2016

HOY recordamos el nacimiento de la Biblioteca Nacional de Maestros, fue creada en el marco del proyecto modernizador impulsado por la generación del ochenta. Lleva el nombre de Leopoldo Lugones y suele ser nombrado como el Palacio Pizzurno.


El 5 de noviembre del año 1884 se crea en la Ciudad de Buenos Aires, la Biblioteca Nacional de Maestros. Esta institución, que fue fundada por Sarmiento como una oficina de libros y documentación educativa, consolidada por la Ley de Educación Común en 1884 y modernizada por Leopoldo Lugones en los albores del siglo XX, ofrece un abanico de servicios y productos, tanto in-situ como virtuales, con el objetivo de brindar un entorno innovador que facilite la formación de los actores de la comunidad educativa y la ciudadanía en general.

En los últimos quince años se ha transformado en un referente nacional para la gestión de la información y el conocimiento en bibliotecas escolares y especializadas, archivos escolares, museos de escuela, centros de información y documentación educativa y bibliotecas pedagógicas de las distintas jurisdicciones nacionales.

La Biblioteca promueve la lectura transformadora en docentes, alumnos y ciudadanos y realiza acciones de preservación y difusión de su fondo histórico.

Una institución consolidada

En el año 1938, luego de la muerte de Leopoldo Lugones, Nicolás Coronado, fue nombrado director -el interinato fue cubierto por Alfonso de Laferrére- recordado por su estricta fiscalización del personal en sorpresivas visitas a la sala de lectura para supervisar la atención a los usuarios.

En estos años  la biblioteca es nombrada Leopoldo Lugones y constituye uno de los tesoros más preciados de nuestro pais. Además, se recibieron importantes donaciones como las de los profesores Pablo A. Pizzurno y Mariano de Vedia.

En 1948, aproximadamente, Nicolás Coronado decide alejarse del cargo por decisión propia y la dirección pasó a manos de Nicolás A. Rivero, quien permaneció por más de treinta años en su cargo, tratando siempre de modernizarla, adaptándola a los nuevos tiempos y al progreso de las comunicaciones.


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