La academia sueca reconoció las
contribuciones de Kaelin, Ratcliffe y Semenza al revelar cómo las células se
adaptan al oxígeno disponible. Ello podría ser crucial para combatir cáncer y
otras enfermedades. La opinión de especialistas locales.
William Kaelin, Peter Ratcliffe
y Gregg Semenza obtuvieron el Nobel de Medicina o Fisiología
gracias a sus descubrimientos vinculados a cómo “las células se adaptan
al oxígeno disponible”. Identificaron, en este sentido, “de qué manera opera la
maquinaria molecular que regula la actividad de los genes responsables”, según
anunció desde Estocolmo el comité organizador. La exploración de este proceso
podría ser fundamental para el estudio de problemas de salud variopintos como anemia, diabetes, enfermedades cardiovasculares y cáncer. El 10 de
diciembre se realizará la ceremonia y los galardonados se repartirán los nueve
millones de coronas suecas, cifra que roza el millón de dólares.
“Las células modifican su
expresión génica ante concentraciones bajas de oxígeno (hipoxia). Los tres
investigadores premiados permitieron entender cómo está regulado ese mecanismo celular”, señala Pablo
Wappner, Investigador del Conicet y jefe del Laboratorio de Genética y
Fisiología Molecular de la Fundación Instituto Leloir (FIL). Todas las formas complejas de vida utilizan oxígeno para la respiración
celular. Los humanos
hemos naturalizado a tal punto su presencia que, si bien sabemos que es vital
para sobrevivir, usualmente, no cuestionamos su falta. Salvo por estos tres
referentes. Kaelin y Semenza nacieron en Nueva York y realizan sus aportes
desde EEUU, aunque el primero imparte clases en Harvard y el otro en la
Universidad Johns Hopkins. Por su parte, Ratcliffe es británico y realiza sus
contribuciones desde la Universidad de Oxford.
Los hallazgos por los que recibieron el Nobel
Comencemos
por el principio. Los genes regulan su expresión a partir de proteínas que
funcionan como “factores de transcripción”. Desde aquí, el factor “maestro”, el
padre de todos los factores, el más importante de todos y que regula miles de genes en la
actividad de respiración celular se denomina HIF (hipoxia inducible
factor, por sus siglas en inglés). Fue descubierto, a través de
diferentes estrategias, por Ratcliffe y Semenza a mediados de los 80’s y, años
más tarde (2001), como si fuera poco, también hallaron la molécula –sensora– que detecta las
concentraciones de oxígeno; una enzima que específicamente modifica a HIF. Kaelin, asimismo,
se concentró en analizar aquellas variables claves para comprender la actividad
de la proteína.
Ahora bien, ¿de qué manera funciona HIF? “Por
destrucción, una degradación permanente. Cuando hay oxígeno está
constantemente siendo destruida, mientras que en hipoxia deja de destruirse y
se acumula rápidamente. Aquí, justamente, sobreviene la capacidad de adaptación
celular”, plantea Wappner. “Lo interesante es
que cada célula, en distintos órganos y tejidos, está adaptada a una condición
de oxígeno particular. Por ejemplo, en el timo hay mucho menos que en
el pulmón mientras que en el hígado hay mucho más que en el riñón. Existe un
mecanismo celular que les ‘enseña’ a detectar los niveles de oxígeno”, apunta Diego
Croci, Investigador del Conicet en el Instituto de Histología y Embriología de
Mendoza. Y completa: “HIF es la vedette, ya que es el factor que monitorea la cantidad de oxígeno en
las células. Es una proteína que se expresa todo el tiempo y se
degrada, con lo cual, aunque energéticamente es un proceso caro para la
maquinaria celular, se trata de la forma más veloz para responder cuando no
haya oxígeno”.
A partir del hallazgo de HIF,
las farmacéuticas pararon las antenas y advirtieron la importancia del asunto.
Bajo esta premisa, ¿cuál es la relación entre la respiración celular y
enfermedades como el cáncer? “Tiene un impacto enorme en cuestiones de salud. Dentro de un tumor que crece
hay poco oxígeno porque no recibe la suficiente irrigación sanguínea. Por
ello, si el tumor
quiere prevalecer se debe adaptar a hipoxia. Bloquear esta estrategia
es una forma de poner una barrera al avance de la enfermedad”, describe Wappner. De manera opuesta, “cuando al corazón le falta el oxígeno que recibe de manera
permanente sufre hipoxia y, eventualmente, se produce un infarto. Si ese
corazón se adapta de manera adecuada a la hipoxia, las consecuencias podrían
evitarse”, subraya. Los accidentes
cerebrovasculares (ACV) también ocurren por la falta de irrigación sanguínea en
alguna región cerebral; de modo que si el sector comprometido pudiera
acomodarse frente a la escasez de oxígeno se mitigarían los efectos del problema.
Aunque hoy en día Croci trabaja
en Mendoza, forma parte del equipo de Gabriel Rabinovich en Buenos Aires. “En 2012 publicamos un trabajo en el que vimos que Galectina-1 se
encontraba regulada por la hipoxia. Cuando las células tumorales detectan la falta de oxígeno
producen esta proteína e incrementan su expresión”. Por ello, en la
actualidad, procura “entender de qué manera la hipoxia afecta el funcionamiento
normal del sistema inmunológico. Cuando un linfocito (glóbulo blanco) llega al tumor se encuentra con un escenario trastocado y afecta su
biología” narra.
Como dato anecdótico y
singular, vale destacar que Ratcliffe y Wappner son amigos desde jóvenes. “Él era una persona muy poco
conocida y comenzábamos a abordar estos temas cuando tan solo se ocupaban 20
expertos en el mundo. Evidentemente, a él le fue mejor que a mí”, lanza con
tono jocoso. “Colaboramos
desde hace más de dos décadas en papers, congresos y subsidios compartidos. Nos
llevamos tan bien que entablamos una buena amistad. Fue muy lindo verlo crecer,
fui un testigo privilegiado de la trayectoria inmensa del hoy Premio Nobel de
Medicina”, lanza el referente del Instituto Leloir, institución que
recibió la visita de Ratcliffe en junio pasado.
Desde 1901
hasta la fecha se habían entregado 109 premios en la categoría, aunque 216
personas resultaron laureadas, ya que los galardones pueden ser compartidos.
Del total, tan solo 12 mujeres fueron reconocidas. Esta vez no fue la excepción
y, nuevamente, tres hombres fueron distinguidos. El fixture sigue así: mañana
(martes) se premiarán los aportes en Física; pasado en Química, el jueves
Literatura y el viernes e stará reservado para el de la Paz. El próximo lunes, finalmente, será el turno de Economía.
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