Machies (chamanes mujeres) mapuches de Argentina. |
La
medicina aborigen argentina tiene unos diez mil años de antigüedad. La
antigüedad del hombre en el Noroeste argentino tendría treinta mil años. En la
zona patagónica en cambio, la antigüedad es de unos once mil años. En Tierra
del Fuego, el asentamiento debió ser posterior, en razón de que la zona estuvo
cubierta por los hielos hasta una etapa más reciente. La cultura más antigua se
estima en unos seis mil años.
Los
primeros datos que tenemos de sus prácticas médicas, provienen del siglo XVI y
pertenecen a informes de funcionarios de la corona española y a relatos de
viajes de cronistas de la época.
Las enfermedades de entonces podrían ser denominadas místicas, tales como el mal del
aire, el mal deseo, el susto, la enfermedad de la tierra o la ruptura de
tabúes; y enfermedades consideradas naturales o
no místicas, como la enfermedad de la matriz, la recaída, el sobreparto, el
costado, el mal de ojo, por citar algunas.
¿QUIÉNES PODÍAN SER CHAMANES/CURADEROS?
En
el caso de los Mapuches para ser Machi (chamán) debían pasar por una serie de
pruebas rituales en un viaje místico, e implicaban un descenso al mundo
inferior y la muerte simbólica del candidato, para ascender posteriormente a la
región celestial o superior con un segundo nacimiento en un estado trascendente
del ser, volviendo finalmente al Mundo Medio, el de los humanos.
El
‘curador’ puedía asumir su profesión por predestinación. En estos casos, la
fuerza mágica le es proporcionada al individuo antes de su nacimiento o bien
podía ser transmitida de padres a hijos.
El curador podía ser médico de todo, es
decir estará habilitado para curar todo tipo de enfermedades, o ‘especializados’
que solamente se encargan de empachos, zafaduras, mal de ojo, etc. Otros son
los ‘duchos’ en curar el hígado, atender empachos, mejorar las
enfermedades de la matriz, curar el daño o hacer Magia’
Generalmente
el curador era vivaz, despierto, intuitivo y ágil para ubicarse en la realidad
del paciente y del mal que lo aqueja. Se hace cargo rápidamente de la situación
psicológica del enfermo y con pocas palabras llega al diagnóstico, que muchas
veces es traído por el mismo que le consulta o por un familiar.
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