SOCIEDAD Y CULTURA

Revista El Magazín de Merlo, Buenos Aires, Argentina.



domingo, 8 de enero de 2023

Los CARNAVALES de ARGENTINA tienen una larga historia que vale la pena contar.

 

 

Como es de suponer, se trata de una mezcla entre cultura foránea y nativa. Es interesante la historia de esta tradición con el correr de los años. En 1771, el Gobernador de Buenos Aires Juan José Vertíz implantó los bailes de carnaval en locales cerrados. La gente se metía en las casas y reventaba huevos por todos lados, hasta robaban y rompían los muebles.



Los excesos no disminuían, y si lo hacían era por poco tiempo. El 13 de febrero de 1795 el virrey Arredondo prohibió «los juegos con agua, harina, huevos y otras cosas». En los años siguientes a la Revolución de Mayo, se volvió muy común, en especial entre las mujeres, la costumbre de jugar en forma intensa con agua. Para ello utilizaban todo tipo de recipientes, desde el modesto jarro hasta los huevos vaciados y rellenos de agua con olor a rosa, baldes, etc. Los huevos eran vaciados y llenados con agua, pero no siempre con agua aromatizada, a veces solo se tiraban huevos podridos. El elemento de diversión por excelencia era el agua. Se llenaban huevos vacíos con ella para luego ser arrojados hacia la multitud. La población de clase alta acostumbraba a utilizar huevos de ñandú.



Limitar al carnaval y a los unitarios

 También se tiraban cohetes, para los cuales había que tener permiso de la policía, Rosas había sido gran partícipe de todos los festejos, junto a su hija Manuelita y su esposa Encarnación, pero los festejos comenzaron a tomar un tono distinto, desmanes, robos, asaltos, violaciones… Si bien existían medidas preventivas previas al carnaval, estas no eran respetadas ya que el personal policial también participaba del mismo. Los hombres comenzaron a mojar a las mujeres en mala forma, llegaban a arrancarle las ropas e incluso a violarlas, las peleas comenzaron a ser comunes y los actos de vandalismo, es por esto que el 22 de febrero de 1844, Rosas prohíbe por decreto el carnaval. Aunque también la medida responde a una necesidad de limitar el accionar de los unitarios aliados de la escuadra anglo-francesa, que bloquea el puerto de Buenos Aires, y que aprovechando la fiesta popular multitudinaria pudieran producir actos de violencia interna que favorecieran la agresión imperial. Las celebraciones se reanudaron recién en 1854, con Rosas fuera del poder. Pero esta vez muy reglamentado, se realizaban bailes públicos en diversos lugares, previo permiso de la policía. Había mucha vigilancia policial para prevenir los desmanes de las décadas anteriores.



Las comparsas y los pomos

 

En los años siguientes comenzaron a predominar las comparsas. Todo reglamentado, las comparsas tenían que estar anotadas, así como sus miembros, en la policía; también las personas que usaban caretas tenían que pedir un permiso y llevarlo encima por si un policía lo requería.

El primer corso se efectuó en 1869, participando en él máscaras y comparsas. Fue muy festejado por el pueblo y la prensa. Al año siguiente, una disposición policial permitió el desfile de carruajes en los corsos. Eran muy alegres y vistosos, el lujo de los disfraces y adornos fue creciendo con cada nuevo carnaval. En estos años, la gente jugaba con agua durante el día, veían los corsos, que comenzaban en la tarde y en la noche acudían a los bailes públicos o particulares.



Decía una crónica de 1872: «En los teatros, las puertas se abrirán mañana, el lunes 12 y el martes 13, a las 11 de la noche, y se cerrarán a las 4 de la madrugada. Los «tranways» estarán en funcionamiento toda la noche. En los teatros, los palcos costarán alrededor de 200 pesos y la entrada 100. En el Teatro de la Alegría los precios serán más módicos para los bailes de máscaras: 60 pesos los palcos y 25 la entrada para hombres. Las damas entrarán gratis. ¿No habrá algún disfrazado que se haga pasar por mujer?»

Con el paso de los años se fue viendo que la gente de sociedad no compartía como antes estas fiestas populares, solo acudían a los bailes o se exhibían en los carruajes durante los corsos mas importantes. Ya no se daba la camaradería que imperase en el siglo anterior, en que los niños salían con los grandes, los negros con los blancos, ricos con pobres todos jugaban y festejaban juntos.

Del carnaval de elite al carnaval del barrio: 

 


En 1909 se suspendieron los corsos por los continuos incidentes que se producían en ellos. A partir de 1915 muchas de las famosas comparsas fueron desapareciendo. Fueron  reemplazadas por las murgas. Estas en principio estaban integradas por jóvenes de 20 o menos años. Sus cantos eran simples e ingenuos, y sus letras «atrevidas». Eran tiempos difíciles y se notaba en los festejos del carnaval. Los desfiles fueron siendo relegados por los bailes en gran escala que organizaban diferentes instituciones sociales. En la década del 20 eran muy pocos los corsos que seguían existiendo, y menos aun los que seguían siendo alegres y divertidos. Con la declinación de las comparsas aparecen y proliferan las murgas.

Las murgas apelan de modo desafiante al grotesco. Las comparsas en cambio tenían influencias europeas y eran bandas de músicos con alto dominio técnico y muchos coros e instrumentos. Las murgas también son el resultado de la mezcla de tradiciones que se dio con la gran inmigración. Antes las agrupaciones carnavalescas se fundaron en fuertes lazos étnicos, de clase y amistad. Con el tiempo se fueron organizando a partir del encuentro e intercambio vecinal de los barrios. Las murgas representaban a estos centros sociales y fueron relegando a las grandes comparsas. No tenían ni tenores ni bandas sinfónicas, pero eran y siguen siendo muy divertidas.

Los carnavales fueron mantenidos como fiesta pública por entidades que se organizaron en función de lazos de vecindad y territorio, que es la forma que todavía se encuentra en nuestros días. Desaparecieron los corsos, pero todavía se festeja. Y obviamente los juegos con agua nunca desaparecieron por mas prohibiciones que les implantaron. Para algunos observadores, el Desfile de Carrozas Estudiantiles, nacido en la primavera de 1959, marcaba el origen de lo que sería el Carnaval más grande de la Argentina. De esta manera los baivenes de la sociedad política y económica, incidieron, como en toda fiesta popular, en los carnvales, en la época de «El Pocho» (Juan Domingo Perón) el Carnaval conquistó el aire arrabalezco venido a menos en periodos anteriores, sin embargo el General había prohibido los feriados de carnaval por considerar que los mismos eran un atributo de la derecha para derrocar a la postura partidaria del oficialismo, sin embargo no estaba en contra de los festejos, porque era una manera de poner en práctica la no menos mentada frase de «Panem et circenses«. Es lógico determinar que en 1976, la última prohibición del carnaval fue obra de la dictadura militar. Con la Democracia vuelven en todo el país los festejos de Carnaval. El gobierno de Cristina Fernández de Kirchner establece como feriados los festejos del carnaval .

 

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