Como es de suponer, se
trata de una mezcla entre cultura foránea y nativa. Es interesante la historia
de esta tradición con el correr de los años. En 1771, el Gobernador de Buenos
Aires Juan José Vertíz implantó los bailes de carnaval en locales cerrados. La
gente se metía en las casas y reventaba huevos por todos lados, hasta robaban y
rompían los muebles.
Los excesos no disminuían,
y si lo hacían era por poco tiempo. El 13 de febrero de 1795 el virrey
Arredondo prohibió «los juegos con agua, harina, huevos y otras cosas». En los
años siguientes a la Revolución de Mayo, se volvió muy común, en especial entre
las mujeres, la costumbre de jugar en forma intensa con agua. Para ello
utilizaban todo tipo de recipientes, desde el modesto jarro hasta los huevos
vaciados y rellenos de agua con olor a rosa, baldes, etc. Los huevos eran
vaciados y llenados con agua, pero no siempre con agua aromatizada, a veces
solo se tiraban huevos podridos. El elemento de diversión por excelencia era el
agua. Se llenaban huevos vacíos con ella para luego ser arrojados hacia la
multitud. La población de clase alta acostumbraba a utilizar huevos de ñandú.
Limitar al carnaval y a
los unitarios
También se tiraban cohetes, para los cuales
había que tener permiso de la policía, Rosas había sido gran partícipe de todos
los festejos, junto a su hija Manuelita y su esposa Encarnación, pero los
festejos comenzaron a tomar un tono distinto, desmanes, robos, asaltos,
violaciones… Si bien existían medidas preventivas previas al carnaval, estas no
eran respetadas ya que el personal policial también participaba del mismo. Los
hombres comenzaron a mojar a las mujeres en mala forma, llegaban a arrancarle
las ropas e incluso a violarlas, las peleas comenzaron a ser comunes y los
actos de vandalismo, es por esto que el 22 de febrero de 1844, Rosas prohíbe
por decreto el carnaval. Aunque también la medida responde a una necesidad de
limitar el accionar de los unitarios aliados de la escuadra anglo-francesa, que
bloquea el puerto de Buenos Aires, y que aprovechando la fiesta popular
multitudinaria pudieran producir actos de violencia interna que favorecieran la
agresión imperial. Las celebraciones se reanudaron recién en 1854, con Rosas
fuera del poder. Pero esta vez muy reglamentado, se realizaban bailes públicos
en diversos lugares, previo permiso de la policía. Había mucha vigilancia
policial para prevenir los desmanes de las décadas anteriores.
Las comparsas y los pomos
En los años siguientes
comenzaron a predominar las comparsas. Todo reglamentado, las comparsas tenían
que estar anotadas, así como sus miembros, en la policía; también las personas
que usaban caretas tenían que pedir un permiso y llevarlo encima por si un
policía lo requería.
El primer corso se efectuó
en 1869, participando en él máscaras y comparsas. Fue muy festejado por el
pueblo y la prensa. Al año siguiente, una disposición policial permitió el
desfile de carruajes en los corsos. Eran muy alegres y vistosos, el lujo de los
disfraces y adornos fue creciendo con cada nuevo carnaval. En estos años, la
gente jugaba con agua durante el día, veían los corsos, que comenzaban en la
tarde y en la noche acudían a los bailes públicos o particulares.
Decía una crónica de 1872:
«En los teatros, las puertas se abrirán mañana, el lunes 12 y el martes 13, a
las 11 de la noche, y se cerrarán a las 4 de la madrugada. Los «tranways»
estarán en funcionamiento toda la noche. En los teatros, los palcos costarán
alrededor de 200 pesos y la entrada 100. En el Teatro de la Alegría los precios
serán más módicos para los bailes de máscaras: 60 pesos los palcos y 25 la
entrada para hombres. Las damas entrarán gratis. ¿No habrá algún disfrazado que
se haga pasar por mujer?»
Con el paso de los años se
fue viendo que la gente de sociedad no compartía como antes estas fiestas
populares, solo acudían a los bailes o se exhibían en los carruajes durante los
corsos mas importantes. Ya no se daba la camaradería que imperase en el siglo
anterior, en que los niños salían con los grandes, los negros con los blancos,
ricos con pobres todos jugaban y festejaban juntos.
Del carnaval de elite al
carnaval del barrio:
En 1909 se suspendieron
los corsos por los continuos incidentes que se producían en ellos. A partir de
1915 muchas de las famosas comparsas fueron desapareciendo. Fueron reemplazadas por las murgas. Estas en
principio estaban integradas por jóvenes de 20 o menos años. Sus cantos eran
simples e ingenuos, y sus letras «atrevidas». Eran tiempos difíciles y se
notaba en los festejos del carnaval. Los desfiles fueron siendo relegados por
los bailes en gran escala que organizaban diferentes instituciones sociales. En
la década del 20 eran muy pocos los corsos que seguían existiendo, y menos aun
los que seguían siendo alegres y divertidos. Con la declinación de las
comparsas aparecen y proliferan las murgas.
Las murgas apelan de modo
desafiante al grotesco. Las comparsas en cambio tenían influencias europeas y
eran bandas de músicos con alto dominio técnico y muchos coros e instrumentos.
Las murgas también son el resultado de la mezcla de tradiciones que se dio con
la gran inmigración. Antes las agrupaciones carnavalescas se fundaron en
fuertes lazos étnicos, de clase y amistad. Con el tiempo se fueron organizando
a partir del encuentro e intercambio vecinal de los barrios. Las murgas
representaban a estos centros sociales y fueron relegando a las grandes
comparsas. No tenían ni tenores ni bandas sinfónicas, pero eran y siguen siendo
muy divertidas.
Los carnavales fueron
mantenidos como fiesta pública por entidades que se organizaron en función de
lazos de vecindad y territorio, que es la forma que todavía se encuentra en
nuestros días. Desaparecieron los corsos, pero todavía se festeja. Y obviamente
los juegos con agua nunca desaparecieron por mas prohibiciones que les
implantaron. Para algunos observadores, el Desfile de Carrozas Estudiantiles,
nacido en la primavera de 1959, marcaba el origen de lo que sería el Carnaval
más grande de la Argentina. De esta manera los baivenes de la sociedad política
y económica, incidieron, como en toda fiesta popular, en los carnvales, en la
época de «El Pocho» (Juan Domingo Perón) el Carnaval conquistó el aire
arrabalezco venido a menos en periodos anteriores, sin embargo el General había
prohibido los feriados de carnaval por considerar que los mismos eran un
atributo de la derecha para derrocar a la postura partidaria del oficialismo,
sin embargo no estaba en contra de los festejos, porque era una manera de poner
en práctica la no menos mentada frase de «Panem et circenses«. Es lógico
determinar que en 1976, la última prohibición del carnaval fue obra de la
dictadura militar. Con la Democracia vuelven en todo el país los festejos de
Carnaval. El gobierno de Cristina Fernández de Kirchner establece como feriados
los festejos del carnaval .
No hay comentarios:
Publicar un comentario