Lo cierto es que la monogamia es un tema de elección o imposición, pero
no uno de diseño del cuerpo ni la mente. Como animales, los humanos tenemos sexo con el objeto de perpetuar
la especie y, por eso, está “cableado” para ser placentero.
El tema de la infidelidad ha estado entre
nosotros desde siempre. Tan lejos llega, que lo primero es intentar descubrir
los orígenes de la expresión “poner los cuernos”. Para algunos, el
tema empezó cuando Pasífae le fue infiel al rey Minos con el Toro de Creta;
para otros, está el cuento de Penélope enredada con Mercurio, que resultó en el
corneado Pan con cuernos.
Una teoría más terrenal afirma que los cruzados fueron
los responsables, cuando se les ocurrió pintar cuernos en la encrucijada púdica
de sus esposas, para que se mantuvieran castas mientras ellos iban a matar o
dejarse matar. Calculen ustedes.
Tampoco ha habido límites en
cuanto a estratos sociales o títulos nobiliarios. Desde los humildes hasta las
cabezas más pesadamente coronadas han sido infieles a sus parejas, haciendo que
parezca que “comprometerse” no es más que un eufemismo o, peor aún, el disparo
de arrancada para inventarse las mil y una justificaciones cada vez que ligamos
fuera del redil.
Casi todas las religiones le han
dedicado un capítulo al tema, incluyendo a las más extendidas —el Islam, el
cristianismo y el judaísmo—, que dejan claro que su máxima autoridad se pone
muy iracunda contra las y los adúlteros. Incluso, créanlo o no, hay países en
los que está legalmente
penalizado el adulterio.
Ni comentar que eso, es totalmente injusto e
indignante, es justamente lo que ha provocado En términos genéricos,
también aquí las mujeres han sido las más vapuleadas. La mujer “infiel” es
criticada y condenada; en sitios y casos extremos, hasta
encarcelada, apedreada o lapidada, mientras que el hombre es aplaudido como seductor.
Es totalmente injusto e indignante, es justamente lo que ha provocado el mito en la historia, sobre ellas teniendo que ser más selectivas, discretas y astutas a la hora de echar una cana al aire, mientras que los varones engañan más, y se vanaglorian de eso.
La sabia naturaleza nos puso un chip del gustazo, para
cobrarlo con el embarazo, los hijos, la escuela, las vacaciones más caras y,
también, la parte positiva de los afectos... Y ahí está el punto
neurálgico.
De la misma manera que amamos a los hijos y a nuestros
padres por darnos la posibilidad de vivir, establecemos conexiones afectivas
con una pareja que incluyen un compromiso de lealtad.
Si ese compromiso reclama —además de un proyecto de
vida juntos, confianza y estar unidos “en las buenas y las malas”— la exclusividad a la hora del
coito, pues nada más digno que cumplir con él.
Sin embargo, eso no significa que tener sexo con más
de una persona indique que le eres “infiel” a la otra. A lo que eres infiel es
a una palabra que diste, no a instintos que impulsan por igual hombres y mujeres.
Lo cierto es que la monogamia es un tema de elección o imposición, pero
no uno de diseño del cuerpo ni la mente. Como animales, los humanos tenemos sexo con el objeto de perpetuar
la especie y, por eso, está “cableado” para ser placentero.
La sabia naturaleza nos puso un chip del gustazo, para
cobrarlo con el embarazo, los hijos, la escuela, las vacaciones más caras y,
también, la parte positiva de los afectos... Y ahí está el punto
neurálgico.
De la misma manera que amamos a los hijos y a nuestros
padres por darnos la posibilidad de vivir, establecemos conexiones afectivas
con una pareja que incluyen un compromiso de lealtad.
Si ese compromiso reclama —además de un proyecto de
vida juntos, confianza y estar unidos “en las buenas y las malas”— la exclusividad a la hora del
coito, pues nada más digno que cumplir con él.
Sin embargo, eso no significa que tener sexo con más
de una persona indique que le eres “infiel” a la otra. A lo que eres infiel es
a una palabra que diste, no a instintos que impulsan por igual hombres y mujeres.
Hay quienes salen un día, andan de viaje o, simplemente,
les da un calentón extemporáneo y la cosa acaba en un motel. Después de la
ducha, cada cual sigue con su vida.
Otros y otras, están 24 x 7 con
su consorte, mientras se pasan todo el tiempo en chats o sexteando y ciber-viviendo las
fantasías más inimaginables que, claro, excluyen a quien tienen al lado “hasta
que la muerte los separe”... ¿Qué les parece más desleal? A fin de cuentas, lo primero
a poner en tela de juicio es el alcance del término “infidelidad”.
Para ambos sexos, la cosa va de
la honestidad
para llevar un compromiso, no del hecho de tener un único
partner sexual y, en ese sentido, no hay diferencias entre hombres y mujeres, así que la afirmación del encabezado,
es un mito. Sería caer en lo mismo al decir que sabemos quiénes son más
infieles, los hombres o las mujeres.
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