Las personas del norte de Europa y
Estados Unidos se privaron de comerlo por una razón tan simple como ridícula:
miedo. Pueblos enteros temían tanto a esta fruta que hasta le llamaron la
« manzana envenenada» y, durante 200 años, no pudieron disfrutarla
y aquí te contamos la extraña historia del terror a los tomates.
Del plomo a los gusanos mortales
No hay una sola razón por la que los Europeos temían a los tomates. En realidad fue una secuencia de malos sucesos
que fueron arruinando la reputación de nuestra fruta (¿ o verdura?) favorita a lo largo de 200 años, y todo comenzó
cuando recién fue introducida a esa parte del mundo, en el siglo XVI.
Pietro Andrae Matthioli, un naturista
italiano nacido en 1501, fue uno de los primeros en estudiar a los tomates y
los clasificó en la categoría de las solanáceas, una variedad
conocida por ser afrodisíaca. Así fue como se ganó su mala reputación
por primera vez: los puritanos de la época creían que esa planta podía tentar a
las personas a caer en el pecado.
Eso no causó miedo, aunque sí el
disgusto de los religiosos de la época, pero lo que sí lo convirtió en una
planta temible fue la publicación de un herbario en
1597 que decía que las hojas y el tallo eran tóxicos y que, mientras que la
fruta no, tenía un sabor desagradable. El libro, escrito por un
barbero—cirujano llamado John Gerard, se volvió muy popular en Inglaterra y,
más tarde, en Estados Unidos. Ellos los tenían como decoración, pero nunca en
sus platos.
Mientras
tanto, los Españoles e Italianos ya lo habían incorporado en sus dietas y,
sorpresa sorpresa, nadie murió envenenado. Entre otras cosas porque era comida
de pobres y los servían en platos de madera. Pero como no tenían forma de
saberlo, simplemente pensaron que era porque estaban hechos para las personas
que vivían en países más cálidos porque necesitaban «enfriar sus
estómagos».
Sin embargo, el miedo a los tomates, aunque fuera ridículo,
no era del todo infundado. Muchos aristócratas habían muerto después de
comerlos y, naturalmente, creyeron que la culpa era de la comida y no de que
sus platos estaban hechos de estaño, un metal
que contiene mucho plomo. Como los tomates son tan ácidos, cuando los
colocaban sobre la vajilla podían contaminarse y envenenar a los que los
comían. El pobre tomate no era el responsable de las muertes, la química
sí, pero en esa época las personas no tenían forma de saberlo.
Los tomates fueron el peor enemigo de los Ingleses y
Norteamericanos hasta que, en 1880, los napolitanos tuvieron la idea más genial
de la historia de la gastronomía: la pizza.
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