En un ambiente de júbilo, más de 10.000 fieles
se reunieron el sábado en una noche histórica frente a la Basílica y Catedral
de Santa María de Chiclayo (Perú) para celebrar la Misa de acción de gracias
por la elección del Papa León XIV, quien fuera obispo de esta diócesis por más
de 8 años.
Al grito de “¡León, amigo, Chiclayo está
contigo!” y “¡El Papa es chiclayano!”, la ciudad vibró con alegría por la
elección del Cardenal Robert Francis Prevost Martínez —nacido en Estados Unidos
y nacionalizado peruano— como sucesor de Pedro el pasado 8 de mayo.
La celebración fue presidida por el Obispo de
Chiclayo, Mons. Edinson Farfán, junto a decenas de sacerdotes a las 8:00 p.m.
(hora local). Desde antes del inicio de la Misa, la Plaza de Armas ya comenzaba
a colmarse de fieles. En medio de vítores y cantos, una imponente imagen de la
Virgen María salió en andas desde la puerta principal de la catedral, marcando
el inicio de la celebración.
En el atrio del templo se levantó una imponente
tarima, rodeada por diversas bandas musicales, así como un altar especialmente
dispuesto para la ocasión y gigantografías con la imagen del Pontífice y frases
de su primer discurso en la Plaza de San Pedro.
En una homilía emotiva, enérgica y
colmada de gratitud, Mons. Farfán destacó el profundo amor que el nuevo
Pontífice ha tenido siempre por el Perú —país al que llegó por primera vez en
1985— y, de modo especial, por la Diócesis de Chiclayo, que pastoreó entre 2014
y 2023.
“Él estuvo entre nosotros, vivió aquí, aprendió aquí, se dejó
evangelizar por el pueblo sencillo y fiel de nuestra tierra”, recordó Mons.
Farfán. “Bebió de la religiosidad popular en la fiesta de la Santísima Cruz de
Chalpón de Motupe, de la Ciudad Eucarística de Eten con el Milagro Eucarístico
del Divino Niño, de la fiesta del Nazareno Cautivo de Monsefú, justo el día de
su cumpleaños”.
El Obispo de Chiclayo recordó con
detalle la profunda conexión espiritual del entonces Obispo Robert Prevost con
las expresiones de fe del pueblo peruano: desde su devoción al Señor Cautivo de
Ayabaca y al Señor de los Milagros hasta su amor por los santos peruanos: Santa
Rosa de Lima, San Martín de Porres, San Francisco Solano, San Juan Macías y
Santo Toribio de Mogrovejo.
“Su querida Diócesis de Chiclayo, como así le llamó en su primer
discurso, fue para él escuela de fe, de cercanía, de humanidad”, afirmó, y
agregó que esta ciudad del norte del Perú “es un pueblo sencillo que él amó
profundamente y que sigue llevando en su corazón”.
El prelado agustino aseguró que la diócesis hará “la invitación
para que nos visite”, y que “sin duda Chiclayo estará en su corazón”.
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