Álbum patriótico cultural de una sociedad paraguaya que
ama la paz y que a través de la cultura sana sus heridas y observa con orgullo
un futuro para sus hijos.
Estuvimos presentes en la conmemoración de
una guerra, que se recuerda para saber que la “guerra” solo es la desgracia y la
degradación de las familias y de los pueblos de mundo.
Resumen histórico: El 29 de Septiembre es feriado
en Paraguay, con diversos actos se recordada la victoria paraguaya en la Batalla de Boquerón
durante la Guerra
del Chaco. Como testigos vivientes de esa contienda solo sobreviven unos dos mil
excombatientes, de acuerdo a las estadísticas que maneja el Ministerio de
Hacienda de la
Republica Paraguaya.
Cabe recordar sin embargo que el ejército boliviano rompió
tres veces el cerco, con lo que el total de combatientes subió a 1200. Se
trataba de efectivos del Regimiento "6 de Caballería" de Oruro,
comandado por el legendario Germán Busch Becerra; el Destacamento
"Peñaranda" compuesto por una compañía del Regimiento
"Lanza" de La Paz ;
y finalmente una compañía del Regimiento "Campero" de Chuquisaca.
El combate
arrojó un saldo de más de 1.000 muertos del lado paraguayo y cerca a 150 hombres
entre los sitiados, fue mayor el número de bajas bolivianas fuera del cerco.
La recuperación por las fuerzas paraguayas de la laguna
Pitiantuta hizo que Bolivia tomara represalias capturando tres fortines
paraguayos a fines de julio de 1932: Boquerón, Corrales y Toledo. La
recuperación de uno de ellos, Boquerón, fue determinante para fortalecer la
moral de las fuerzas paraguayas y encarar con bríos la defensa del territorio
chaqueño en un conflicto que duró tres años. La
captura por el Ejército boliviano de los tres fortines, en represalia por la
recuperación de la laguna Pitiantuta, obligó al Gobierno paraguayo a decidir la
retoma de estos tres fortines. Para ello, dispuso la movilización general y la
puesta en marcha de un eficiente engranaje bélico que demostró su efectividad
desde ese momento inicial.
El 9 de setiembre de 1932 se inició el ataque paraguayo, que
logró su culminación con la rendición boliviana, el 29 de setiembre, luego de
20 días de lucha. El 28 de setiembre, los bolivianos llevaban horas sin víveres
y las reservas de municiones estaban agotadas. Ese día, los generales Montes y
Osorio volaron sobre Boquerón, lanzando una proclama que decía: “Diez días más
de inquebrantable resistencia y la victoria será nuestra. Habéis escrito la página
de oro de la historia patria”. Bellas palabras, pero los sitiados apenas
disponían de cinco cartuchos por hombre, o sea, diez minutos de fuego. Esa
noche, el comandante del fortín, teniente coronel Marzana convocó a sus
oficiales, quienes le rodearon en el estrecho agujero que les servía de
refugio. “Sus rostros mostraban la huella dejada por 19 días y 19 noches de
constante tensión nerviosa y la escasez de alimento y agua”. El mensaje de los
generales fue leído a todos. Era la tercera vez que se les pedía “unos días
más”, pero esta vez estaban en un caso extremo. Luego de unos minutos de
cabildeo, se decidió que lo que pedía el alto mando era irrealizable y solo
quedaba un paso a dar.
La rotunda victoria paraguaya se debió más a la consecuencia
lógica de un asedio prolongado que a una superioridad militar en el campo de
batalla.
Sobre esta primera gran victoria de las fuerzas paraguayas, el coronel Bray, comandante del Regimiento de Infantería Nº 6 “Boquerón”, formado con los cadetes del Colegio Militar del que entonces era director, escribió: “Boquerón fue una resonante victoria de nuestras armas, lograda a fuerza de heroísmos y sacrificios, pero también una estupenda hazaña de los bolivianos, al resistir veinte días de asedio sin tregua, a pesar de su notoria inferioridad numérica y de la superioridad cuantitativa de nuestro armamento. Reconocer los méritos del adversario importa enaltecer los propios”.
Sobre esta primera gran victoria de las fuerzas paraguayas, el coronel Bray, comandante del Regimiento de Infantería Nº 6 “Boquerón”, formado con los cadetes del Colegio Militar del que entonces era director, escribió: “Boquerón fue una resonante victoria de nuestras armas, lograda a fuerza de heroísmos y sacrificios, pero también una estupenda hazaña de los bolivianos, al resistir veinte días de asedio sin tregua, a pesar de su notoria inferioridad numérica y de la superioridad cuantitativa de nuestro armamento. Reconocer los méritos del adversario importa enaltecer los propios”.
La batalla del fortín Boquerón fue la prueba de fuego a que fueron sometidos los ejércitos del Paraguay y de Bolivia, en los momentos iniciales del sangriento conflicto que protagonizaron entre los años 1932 y 1935, y que es conocido como
Que dijo el Coronel Arturo Bray ¡Boquerón! “Batalla decisiva de nuestra
historia y encrucijada memorable de nuestra dignidad nacional, porque allí se
enfrentaron por primera vez por medio de las armas la justicia de una causa con
los desplantes de una usurpación. Fue la batalla de todas las insuficiencias y
las no escasas improvisaciones. Con su fantástica lucha por el agua y los
consiguientes tormentos de sed, suma y razón de todos los agotamientos y de
todas las angustias, así físicas como morales, fue Boquerón la síntesis de
nuestro prestigio militar y la más acabada expresión de nuestro valer como
nación con armas.
Piedra blanca en el camino no solamente para el Paraguay,
sino para América toda, porque vencer allí equivalía al triunfo rotundo y
consagratorio de la justicia continental; no de la justicia que solo sabe de
líricas sentencias platónicas admoniciones, sino de aquella que, a más de
juzgar, impone veredicto, sancionando el delito al sancionar al culpable. En
cambio, un revés hubiera significado la pérdida total, el naufragio sin
remedio, ya que ni siquiera se hubiese salvado la clásica excepción que hizo
famosa la conocida frase de Francisco I de Francia, después de Pavía. Todo lo
que antes y después fue la guerra con Bolivia no importa, o importa poco”.
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