El tratamiento de
numerosas enfermedades pulmonares como el cáncer de pulmón o la enfermedad
pulmonar obstructiva crónica (EPOC) viene establecido por la administración de
fármacos por vía inhalada. No en vano, esta vía permite que el fármaco se
administre directamente en el pulmón y, por tanto, se logre un efecto
terapéutico más rápido.
El problema, sin embargo, es que las partículas que
producen los inhaladores o aerosoles son demasiado grandes, lo que conlleva que
la mayor parte del fármaco se deposite en las vías respiratorias altas –y, por
tanto, no alcance el pulmón.
En definitiva, el tamaño importa. Entonces, ¿cuál sería la
posible solución? Pues simplemente, consistiría en desarrollar fármacos de tamaño ínfimo: los
denominados ‘nanofármacos’, cuyo tamaño no excede de los 100 nanómetros –un
nanómetro (nm) equivale a una mil millonésima parte de un metro–.
Y para ello,
la Universidad de Harvard en Boston (EE.UU.)
y la Universidad de Malaya en Kuala Lumpur
(Malasia) han unido sus fuerzas y conocimientos para potenciar el desarrollo de
la ‘nanomedicina’ y de sus ‘nanofármacos’.
Como destaca
Zakri Abdul Hamid, asesor científico del Primer Ministro de Malasia, «la
nanotecnología está logrando un impacto significativo en el cuidado de la salud
no solo mediante la mejora del diagnóstico y seguimiento de las enfermedades,
sino también al posibilitar nuevos enfoques en medicina regenerativa y
administración de fármacos».
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